LOS DÍAS 22
El hombre a la mujer: «¿Tan importante es para ti la sexualidad?» La mujer: «Las palabras solas no me calman lo suficiente». Peter Handke
Domingo, quince de junio de dos mil veinticinco
Ayer, sábado, la tarde la pasé postrado y perezoso. No hice nada, no leí nada, no escribí nada. Autoexpulsado de mi propio paraíso. Luego, a la caída de la tarde, vi una película, de la que hablaré después. Por la noche, aunque idónea para salir a tomar la copa exprés de algunos sábados, no lo hice. Estoy cansado de mi invisibilidad nocturna (la diurna no me importa). Por nada del mundo habría salido anoche. Me acosté a las once y media. A la mierda con el mundo más allá de la puerta de mi casa. Creo que no volveré a salir nunca más de noche o de día, ya veré, salvo para ir a museos o castillos esteparios (los edificios que más me interesan en el mundo, además de mi casa y las murallas). Tengo un plan para el próximo invierno, si llego, y es solo salir de mi casa para cuestiones imprescindibles, como ir al Súper, por ejemplo.
La película: La viuda negra, de Carlos Sedes (2025); de él y de nada menos que de seis guionistas, entre los que no está el señor Sedes. Soy de la opinión de que los directores deben ser, como mínimo coguionistas. Es asombroso que se reuniera tanta gente para un cuento que no es tan complejo, y que además está basado en hechos hiperreales. No sé, tampoco es importante, solo lo menciono por anecdótico.
Va de una viuda negra (sobran mayores explicaciones, el título es revelador), y más que el desenlace, también previsible, para mí, lo más interesante fue observar la personalidad de la asesina. Cómo deriva de una posición profesional, social y familiar integrada a un comportamiento compulsivo, manipulador y sexualmente hiperactivo.
La constricción amorosa del matrimonio hizo que su irresistible deseo de tensión emocional, bailable, aventurera, frívola, la impulsará a eliminar cualquier barrera que impida su descontrolada y peligrosa determinación. Para una mujer como ella, que vive en su nube y que la mentira es su modus operandi, no puede haber mayor impedimento para que su vida sea bien vivida que un marido, luego había que eliminarlo. Maje, nombre de la persona real y de la película, vive en una especie de burbuja diabólica en la que nada importa salvo su propio y enloquecido placer entrevisto desde su enfebrecida mirada. El colaborador necesario: un pobre hombre honesto y terriblemente limitado que pierde la cabeza por un sueño amoroso, pero esa es otra historia.
La película en sí, poco brillante en general, resulta entretenida, aunque larga, a pesar del feísmo naturalista de la puesta en escena. Los actores, salvo Ulloa y la eterna Machi, tampoco la redimen.
La Fotografía: -Menuda artista, la María Jesús ¡una ninfómana! Dijo un poli de la unidad investigadora.
-No, no es una ninfómana, qué va. Una ninfómana se va de fiesta y se acuesta con cinco, en el trabajo o dónde sea, pero luego sufre. Es algo compulsivo. Esta no, es que creo que no tiene que ver con el sexo, ni siquiera creo que sean amantes, es como si coleccionara novios. Es como si estuviera buscando devoción o algo así. Dijo la inspectora jefa.
–Fóllame, dijo ella, Maje