MONÓLOGOS SOBRE ARTE 31
«Lesbos, donde las Frinés la una a la otra se atraen…» Baudelaire.
Viernes, veintisiete de junio de dos mil veinticinco
Hoy, ¿por qué una cita de Charles Baudeleire? Porque es uno de los precursores, primero del parnasianismo y después del simbolismo, mostrándose sensible y activo en todas las corrientes artísticas de finales del XIX, como el decadentismo, el modernismo… y más, hasta fue precursor de los Flâneurs, a los que por mi pasado fotográfico pertenezco de pleno derecho, aunque ya apenas ejerza.
Sí, vale, pero más allá de las referencias con trazas de Wikipedia ¿por qué hoy? Sencillo, porque no tengo nada de qué escribir y hace diez días estuve en el Reina, y apenas si he escrito sobre la visita. No quiero que la experiencia se me quede atrás.
La obra de madurez de Néstor coincide con el auge y pleno desarrollo del movimiento modernista, impregnado de los varios movimientos predecesores y sucesivos desde el romanticismo. Néstor trabaja intensamente en uno de los aspectos identitarios del movimiento: sensualidad y complacencia de los sentidos, llegando hasta un erotismo mórbido en muchas de sus obras.
Es difícil, no obstante, situar su trabajo en un marco estable y nítido históricamente porque está influido por el aluvión de tendencias que aparecieron en su época; aparte de su propia aportación de artista original y de fuerte impronta; muy sesgada por una sexualidad-sensualidad compleja y activa. Néstor imprimió a sus personajes imaginarios y etéreos: sensualidad, misterio y un cromatismo desbordante. Escapaba a los cánones de la masculinidad y feminidad. No resultó un artista fácil, recibiendo críticas, tachando a su obra de decadente.
Todos esos aspectos de su obra y personalidad fue lo que me interesó mucho de la exposición. No conocía a este profuso artista y fue para mí todo un descubrimiento; a pesar de que en algunas de sus pinturas aparecen trazos y técnicas no especialmente bien resueltas, como si hubieran sido realizadas con urgencia y un tanto descuidadamente.
La Fotografía: “Epitalamio. O las bodas del príncipe Néstor. 1909. Óleo sobre lienzo. Museo Néstor, Las Palmas de Gran Canaria. Es probablemente una de las pinturas que provocó mayor escándalo en la trayectoria de Néstor. A pesar de que, teóricamente, la obra muestra un autorretrato del artista desposándose como una figura femenina que representa las artes, esta figura también podría interpretarse como una versión femenina del propio Néstor o un Néstor travestido. Sí bien el artista tomó como modelo para la mujer a su hermana Josefa, la pintura representa una secuencia de carácter irreverente y transgresor que debieron molestar bastante en el contexto de la época. Desde un punto de vista formal, la pintura destaca, además, por su suntuosidad y los ropajes opulentos de sus personajes. A la derecha, tres efebos de insinuantes cuerpos desnudos sujetan una plétora de frutas (racimos de uva, plátanos, manzanas). El marco, que representa una arquitectura de reminiscencia palladianas es una suerte de jardín de las Hespérides, no puede ser más fastuoso. El título del príncipe que Néstor se atribuye es una referencia al arte de la alquimia, que se relacionaba con la realeza. En este contexto, la boda simboliza la conciliación de los opuestos: varón femenino, hembra masculina. El personaje de Néstor señala su rodilla izquierda, un símbolo de identificación entre los pitagóricos referido al muslo de oro que tenía su fundador, Pitágoras, que solo mostraba a los iniciados”. Cartela de sala.