LAS SOLEMNIDADES XXIX
“…No termina ahí la expresión del respeto y estima que se debe a las personas como tales. Nadie debe quedar excluido de la comprensión y ayuda que pueda necesitar. Las personas con atracción sexual hacia el mismo sexo deben ser acogidas en la acción pastoral con comprensión y deben ser sostenidas en la esperanza de superar sus dificultades personales. Con esa intención hacemos nuestras las palabras de la Congregación para la Doctrina de la Fe: Los obispos deben procurar sostener con los medios a su disposición el desarrollo de formas especializadas de atención pastoral para las personas homosexuales. Esto podría incluir la colaboración de las ciencias psicológicas, sociológicas y médicas, manteniéndose siempre en plena fidelidad con la doctrina de la Iglesia”. Conferencia Episcopal Española (no dispongo de la fecha de publicación, que puede se cualquiera, porque estos, ahora, están en la onda de la falsa reconciliación)
Sábado, cinco de julio de dos mil veinticinco
Tengo la anotación de la declaración literal de los obispos o cardenales o quienes quiera que compongan ese indulgente organismo del catolicismo español, que supongo reflejo o eco del que emiten sus jefes, los del Vaticano. En realidad, qué más da lo que opinen esos ensotanados seres, del ámbito privadísimo de los seres humanos.
El mensaje es vomitivo por su posición de prevalencia “moral” que se arrogan, los muy canallas. Sí, lo son, por abusivo despliegue de verdad moral, que detentan, pero que no poseen. Nadie es dueño de ninguna verdad universal.
Todas las religiones del libro son básicamente iguales, aunque los católicos europeos sean más complacientes por inducción cultural, porque si no, tampoco. Los gays de aquí tendrán que agradecer que los curas les puedan buscar psicólogos o técnicos conductuales o vete tú a saber qué; en contraste con los del turbante (musulmanes), que tan solo les pueden preparar un piquete de fusilamiento. Y luego, los judíos, a los que tampoco les gusta nada el asunto de la sodomía, que para eso tienen la torá y aberrantes papeles que chorrean prohibiciones. Nunca entenderé las religiones siempre inmiscuyéndose en la vida de los demás.
Pero cuidado, que al otro lado están los gays y lesbianas y transexuales y todos esos colectivos que representan a cada una de las letras del larguísimo título que tienen. Esos también son de mucha fe, y, desde luego dispuestos a quemar en la hoguera pública a quienes se les opongan, si les dejaran.
Todos ritualizados, todos fanatizados, todos inmersos en el putrefacto lodazal de las creencias.
No, no me interesan ninguno como seres humanos, porque primero se apuntan a algo y luego siguen los dogmas de sus rituales litúrgicos caiga quien caiga, y si hay que condenar, se condena, a quien sea, faltaría más. Lo primero, la paz de espíritu que otorga la obediencia ciega y la comunión de las almas.
He revisado mi base de fotografías y me he encontrado con que asistí y fotografié la manifestación del orgullo gay desde 2002 a 2019, todos los años, siempre con Naty, es decir dieciocho años, quizá con la ausencia de alguno, como mucho uno o dos. Todas las fotos las hice con material analógico, y realicé muchas copias de laboratorio, ahora cubriéndose de telarañas ¡cuántas tonterías he hecho en mi vida, por Dios! Incontables.
Por qué me involucré tanto en ese asunto super politizado si gay no soy; porque era y sigo siendo un defensor a ultranza de la libertad individual y los gays, en su salsa, daban muestras de desinhibición e imaginación festiva y, además, ofrecían texturas de piel sudorosa que resultaba un efecto especial muy fotográfico. Por lo demás, su rollo me traía sin cuidado.
Lo que más me ha interesado siempre de estos colectivos es su supuesta promiscuidad más allá del bien y del mal, que solo puedo suponer, porque saberlo a ciencia cierta, no lo sé. De cualquier modo, esa es su seña de identidad más gloriosa, la que los diviniza y condena y todo al mismo tiempo. Los rigurosos y socialmente constituidos, jamás perdonarán su libertad; que pierdan toda esperanza así hagan mil manifestaciones por año. Es la naturaleza humana que no puede soportar que otros se lo pasen mejor. El rencoroso resentimiento será cierto y seguro, siempre.
Desde hace seis años ya no he vuelto a esas sofocantes algaradas, ni volveré jamás. Humanos, demasiados humanos, con sus sexos palpitantes que ya no me producen ni siquiera curiosidad. Y, desde luego, cero interés “artístico”.
No obstante, les deseo que les vaya bien hoy en su fiesta. Se divertirán seguro, siempre lo han hecho, y a mí me encanta que los humanos se diviertan, y si es con la expectativa o el hecho de gozar de buen sexo, mejor todavía, aunque yo ya no lo haga: divertirme y de sexo, mejor ni lo pienso siquiera.
La Fotografía: Pues eso, un Gay feliz en 2013. Han pasado doce años desde entonces y me pregunto si este gay seguirá asistiendo a las manifestaciones orgullosas; o se habrá casado con otro gay y eso habrá destrozado su entregada fe en la transgresión. Gays del mundo, tened mucho cuidado con eso de las bodas, tenéis hasta el mismísimo Papa extinto a vuestro lado, como caballo de Troya y eso puede acabar con vosotros como seres hedonistas, festivos y alegres. Homosexuales: “tienen derecho a tener una familia”. Jorge Bergoglio (Ex Papa Francisco). Todos al redil a morir en el ostracismo y la abstinencia.