Sobrias, tranquilas, pausadas en su cadencioso caminar y sobre todo, magnificas y plenas de profundo ensimismamiento en su inexplicable quietud. En India, estos animales poseen privilegios inauditos….

DIARIO DE REVELADO (digital) VEINTICINCO, del treinta de octubre de dos mil veinte (viernes).
Ahora, en arte contemporáneo no hay obra que valga sin concepto de apoyo y, sobre todo, de respuesta acogedora y generosa del mercado (sin su refrendo todos somos invisibles), o si no que se lo digan a la famosa Marina Abramovic, especialista en conceptuar exitosamente la trivialidad. El silencio no es suficiente, por muy artístico que sea: si quieres trascender los límites de tu ensimismamiento, ahora, ante la inmensa proliferación de imágenes, no queda otra que filtrarlas filosóficamente. En realidad, siempre ha sido así; todos los grandes y medianos artistas de obras que han traspasado el tiempo elaboraron un cuerpo teórico, filosófico, y conceptual, que acompaña a su trabajo. En fotografía no han proliferado tanto los artistas-filósofos, salvo algunas estimables excepciones como Man Ray, Brassaï, Álvarez Bravo, Wynn Bullock, Minor White, Edward Weston, Duane Michals, Cartier Bresson… También algunos de por aquí, por ejemplo, Jorge Rueda, García Alix, Fontcuberta y algunos otros… No obstante, el arte fotográfico analógico se me antojaba más expresivo, quizá porque la época lo facilitaba, por ejemplo, una fotografía de Robert Mapplethorpe hablaba por sí misma; ahora ya no es posible porque hay mil que ofrecen imágenes parecidas. ¡¡¡Ahora estamos en la posmodernidad fotográfica, imbécil!!!…
La fotografía (de las series de animales en la India): Vaca sabia e indolente, en Jodhpur, indiferente hacia cualquier concepto o especulación sobre la modernidad o postmodernidad fotográfica (a veces envidio la displicente sabiduría de los animales).

DIGRESIÓN DIECISIETE. Todo sobre el asado. Argentina (2016).  Guion y dirección: Mariano Cohn y Gastón Duprat. Documental. Después de entusiasmarme con El hombre de al lado, de los mismos autores, no podía dejar pasar este afortunadísimo documental. El objeto de culto: LA VACA, tanto en Argentina como en la India. Cada uno a su aire en su relación con estos generosos animales. La de la fotografía es India, luego no se la comerán, sin embargo, sería motivo de celebración gastronómica en Argentina (es muy hermosa). Es también una notoria prueba de la diversidad humana. Sus creencias y rituales, tan diferentes, encarnados en la Pura Vaca. Documental de alto voltaje psicológico (los primeros planos, sostenidos hasta la inquietud, sugieren ciertos recovecos del alma de los que se han prestado, con el pretexto de unos espléndidos asados, a colocarse delante de la cámara de Cohn y Duprat. En esta ocasión, como en otras, sutilísimos, finos, plenos de audacia y sentido del humor. Tremendamente pedagógicos, también nos enseñan cómo se celebra el ritual del asado en el que la clave está en varios elementos básicos, a saber: la vaca (no todas ofrecen lo mismo, depende de cómo se hayan criado); la madera, que alimenta el fuego (las hay más adecuadas y menos); el corte de la carne; el modo de asarlas (en fuegos abiertos, en parrilla con leña a campo abierto, o en cocina). Y siempre, siempre, con tempo de cocinado largo, largo. Y, por encima de todo eso, que es más o menos aprehensible, la filosofía que hayan atesorado los sumos sacerdotes que ofician la ceremonia. Toda una cultura tremendamente perniciosa para el organismo, pero gozosa hasta el puro orgasmo. Hedonismo y filosofía, y viceversa. Seña de identidad de todo un pueblo. Todo eso se cuenta en esta deliciosa y envidiable creación de Cohn y Duprat, con sentido del humor y con surrealista perspicacia sociológica. Yo, no sería capaz de matar a una vaca, en ese sentido soy un indio, pero sería capaz de comérmela gozosamente como un argentino. Sin culpa. Sencillamente, la vida, para que sea posible, siempre tiene que acabar con la vida de alguien.

MIS ANIMALES EN AGOSTO VII (o los azarosos encuentros). Y otra vaca, abstracta, naturalmente. Dice Antonio Muñoz Molina, a propósito del espléndido pintor Miguel Macaya, al que también le gustan los animales, como a mí (él los pinta y yo los fotografío): “Miguel Macaya sabe que se mueve siempre en un terreno inseguro, y eso, a veces, puede que lo agobie: si el animal es demasiado concreto, se convierte en ilustración, en anécdota; si demasiado abstracto, pierde su misterio de presencia inmediata…”. Esta fotografía me ha salido un tanto abstracta, pero no tanto como para perder el misterio. Lo que es seguro es que no es una banal ilustración, es otra cosa…

DIARIO DE REVELADO (digital) VEINTIUNO, del veintisiete de octubre de dos mil veinte (martes).
Ahora, transcurridos estos seis meses inmerso en el delirio virtual, a pesar de mi entusiasmo, en mi fuero interno, desconfío. Sí, creo que necesito algo más de tiempo para encontrar mi espacio y estilo propio y, sobre todo, para acomodar mi mirada y sentido a mi New Age fotográfica. He pasado, abruptamente, desde la utilización de material monocromo, tanto en la toma como en revelados y copiados, a enfrentarme con las vastísimas opciones que ofrece el mundo digital; eso sí, gracias al asesoramiento de Naty, mi hada madrina fotográfica.
“Cuando las imágenes se han vuelto digitales se ha subido un peldaño en su artificiosidad y, por tanto, en su manipulabilidad, especialmente cuando no se necesita ni siquiera imprimirlas para que surtan efecto, y la pantalla de cristal líquido les proporciona una homogeneidad que hace casi imperceptibles los retoques”. Jose Luis Pardo (2015). El drástico proceso de reconversión, en mi caso, fue automático, una decisión tomada de la noche a la mañana. Sospecho que las decisiones importantes, sobre todo las que se refieren a mudanzas, es conveniente tomarlas así, súbita e impulsivamente.  A pesar de las reticencias, tengo claro que no abandonaré el tratamiento digital en el revelado, sencillamente porque me lo paso estupendamente haciéndolo…
La fotografía (de la serie de animales en la India): Es un lugar común, un tópico icónico, la imagen de las vacas circulando con naturalidad por las carreteras, pueblos y ciudades, como unos transeúntes más, pero con muchísimos más privilegios, como desplazarse a su capricho por cualquier sitio, a la velocidad que decidan, parar o tumbarse en medio de las vías. En muchas ocasiones los coches tenían que parar y esperar pacientemente a que se quitaran. No observé ningún caso en el que los conductores se impacientaran. Permitían que se las fotografiara sin poner ninguna objeción. Tampoco había que pedirles permiso. Me gustaba fotografiarlas.