"...Maestro en el gozo de observar, avezado en la empatía, el flâneur encuentra el mundo pintoresco". Susan Sontag
MIS ANIMALES EN AGOSTO VI (o los azarosos encuentros). Y una vaca que se adentró en el interior de un establo, o tal vez era una habitación. Con las vacas nunca se sabía si eran de la casa o simplemente pasaban por allí, curioseaban o buscaban comida. Arriba, al final de la escalera, un hombre reflexionaba, o tal vez conversaba con algún Dios extraviado. Por la zona había muchísimos pequeños altares en hornacinas y agujeros en las paredes, luego los dioses sobrevolaban incesantemente el lugar. Los dioses y la fe no necesitan de lujos y casi tampoco de altares, y de casi nada…
LA INDIA QUE YO VI (1.5). No, apenas me gusta el relato documental, no, si yo no pongo nada o, dicho de otro modo, si me limito a fotografiar naturalezas muertas, por muy exóticas que sean, y no proyecto mi manera de entender activamente el lenguaje fotográfico, que no es otra cosa que el trasunto de mi propia vida. Sí, aunque en el visor ordene y componga lo que me encuentre, y por mucho que eso sea un determinado sentido estético, no es suficiente, creo, porque falta la representación. La estética pasiva no llega a la categoría de ética, me parece, si no hay algo más; en mi caso no es otra cosa que la decisiva teatralización con el entorno allá dónde esté con mi cámara. No limitarme al azar, al puro azar y nada más…
LA INDIA QUE YO VI (4.11). Las escaleras de la India V. Jodhpur, de una calle a otra, de abajo a arriba, de lo imposible a lo posible, de la luz a la oscuridad y al contrario. Soy de una ciudad parecida en sus desniveles, donde hay calles que ascienden o se precipitan hacia otras, y eso siempre me ha fascinado. Noté que esa ciudad palpitaba, la mía no tanto. En la mía ya no siento la necesidad de subir y bajar, de la mía ya no noto su pálpito, si es que lo ha tenido en algún momento. A mi ciudad, ya ni siquiera me acerco. (…)
LA INDIA QUE YO VI (4.13). Las escaleras de la India VII. En Varanasi, en las inmediaciones de la orilla del Ganges, la ciudad se apretaba en callejones angostos donde algunas puertas misteriosas se entreabrían incitantes pero inaccesibles para el acobardado turista (…)
LA INDIA QUE YO VI (1.2). El planteamiento del viaje era seguir el recorrido como fiel mascota del guía y, a medida que caminara, dirigir la cámara hacia lo que me llamara la atención. Modesto e indolente propósito que remitía a que todo lo pusiera la India, y yo, solo las cámaras y la película. Bueno también la mirada, pero eso, a estas alturas, no es relevante, por inmensamente repetido. Obviamente, no iba a reinventar la fotografía, solo sería un turista, aunque un poco más esforzado por el descomunal peso con el que cargo (nadie viaja con una pesada y vieja cámara Mamiya RB67, objetivos, trípode y alguna cosa más)…
LA INDIA QUE YO VI (4.19). Las escaleras de la India XIII. No sabría señalar la ciudad que más me gustó en India, y si me dieran la opción de volver a viajar solo a una de ellas, tampoco sabría cuál elegir. Quizá, después de pensarlo mucho, elegiría entre Varanasi y Jodhpur y, finalmente, optaría por Varanasi, aunque esta fotografía sea de Jodhpur, ciudad en la que fotografié el paso del tiempo, como siempre hago en todas las ciudades que visito. “Toda fotografía es un certificado de presencia”. Roland Barthes (mía y del tiempo) (…)