Ojos negros…o "Que la afectación no maquille tu reflexión". Marco Aurelio
Un día del mes pasado dormí solo. Me levanté a las seis de la madrugada, me duché, cargué el equipo fotográfico en el coche y, todavía de noche, me fui lejos: tenía todo el día para deambular sin rumbo. No sabía lo que me iba a encontrar allí donde llegara. Sólo deseaba pasar el día fotografiando, pero no sabía qué. Avancé durante horas en dirección noreste y no paré hasta más allá de trescientos kilómetros de mi casa.
…Por otro lado, -no se trata de hacer por hacer-, me digo. Hago durante todo el tiempo y acumulo toneladas de material, sin saber muy bien el sentido que puede tener. Pasaré toda una vida acumulando producción y sospecho que serán como piedras amontonadas. Al final del recorrido tendré una mole inmensa de ellas, pasará alguien por allí y la formidable montaña le llamará la atención y se dirá ¿quién habrá hecho este descomunal esfuerzo? Permanecerá exactamente treinta segundos mirando con vértigo hacia la cúspide del prodigio, y, encogiéndose de hombros, continuará su camino como si nada. Exactamente treinta segundos después habrá olvidado la visión del estúpido y grande montón de nada. Así son las circunstancias para los esforzados artífices sin talento…
A partir de mañana aparecerá una secuencia de SIETE fotografías sobre figuraciones pétreas en paisajes de la infancia. Están realizadas en 1981, intuitiva y obsesivamente. Ahora me ayudo de un texto de Cioran para que me acompañe en el recuerdo. Esta fotografía es a modo de prólogo.