“En los llanos el polvo está dormido/huesos de siglos por el sol molidos,/tiempo hecho de sed y luz, polvo fantasma...”, Octavio Paz
El horizonte es algo ideal aún en la visión física
El animal no debe tenerlo y la planta no lo necesita
Si el hombre lo perdiera, perdería su humanidad.
María Zambrano
Encuentro inesperado con una pequeña duna, en una isla, junto al mar.
COLECCIÓN DE MISCELÁNEAS
DIECIOCHO (1): Cuando nada propio tengo que decir y es la Cultura la única que puede echarme una mano. También, las fotografías…
Desde que se me vino encima dos mil veintidós soporto una incómoda ausencia de palabras e ideas. (quizá mis demonios, inadvertidamente, me están pidiendo que me retire a una pasividad embrutecedora). No sé, todavía.
“…duermo con los ojos abiertos ante un territorio
blanco abandonado por las palabras”. Antonio Gamoneda
No es concebible el mundo sin palabras porque significaría que no habría pensamiento, luego tampoco vida posible.
Las fotografías, sin embargo, sin son prescindibles. El arte No, pero es que no es lo mismo, y más de un tiempo a esta parte.
Sin Cultura ni Arte, seríamos Arbustos.
Solo la Cultura y el Arte puede salvar nuestras atribuladas y estúpidas vidas.
“El porvenir humano se despliega entre dos polos: el pastoralismo y la paradoja. La cultura es una suma de inutilidades: el culto del matiz, la delicada complicidad con el error, el juego sutil y fatal con la abstracción, el aburrimiento, el encanto de la disolución. El resto es agricultura. E. Cioran
La Fotografía: Realizada camino de La Langa, en la provincia de Cuenca. Ante la visión de unos rastrojos, bellamente conformados, paré bruscamente el coche, descargué el equipo, muy profuso en aquel tiempo (durante casi todo mi tiempo verdaderamente fotográfico fue así, abundante) y fotografié con ganas de transcender y redimir la tierra a través de lo que yo soñaba que era Arte (luego, resultó que No).
“Sobre Turner: «no representó el lugar tal y como era, sino la impresión que éste produjo en él». Thornbury
El merodeador «merodeado»: el merodeador era yo. Fotografiar supone acechar con aviesa intención. A veces me siento sospechoso y hasta culpable (debe ser porque me apropio del aire, de la luz, del espacio y me lo llevo guardado en la cámara para luego disfrutar solitaria y avariciosamente en silencio). Era una tarde de viento y nubes en la costa de Bélgica, cargado con trípode y cámara, probando encuadres y fotografiando de vez en cuando, acosado por el viento y por el individuo que se puede ver a lo lejos (también merodeador, aunque sin cámara). A una prudencial distancia, me seguía y observaba desde hacia bastante tiempo. Estuvo parado en esa posición, vigilando, durante los quince minutos aproximadamente, que estuve fotografiando en ese lugar.