“El realismo no me atrae, y no sé muy bien qué es la verdad, puesto que cambia constantemente”. Mark Strand
Llegó el momento de volver a la aldea (Barcelona), cosmopolita, bella y muy poblada, pero aldea a fin de cuentas porque los palurdos (*) predominan sobre los cosmopolitas. Peor para ella y ellos.
Esta es mi última visión fotográfica desde el barco, a la salida de Cerdeña. Me gusta. Creo que transmite la belleza y frialdad desapacible del mar al atardecer, cuando la luz es brillante, agónica y al mismo tiempo cargada de presagios inquietantes. La noche llegará pronto al mar algo irritado y será doblemente noche y doblemente tenebrosa.
(*) sinónimo de palurdo: nacionalista beato, gritón e ignorante.
…Gudbergur Bergsson, es Islandés, que es un remoto sitio al que me gustaría viajar y quizá vivir una temporada, ahora que el final está más cerca. Cuando pienso en la disolución, en el vacío del sueño eterno, imagino un escenario parecido y perfecto para ir yéndose lenta y suavemente de la vida: una isla brumosa, asediada por la negrura de noches interminables y heladas donde cerrar dulcemente los ojos…
«La verticalidad que obtienes en los viajes te hace entrar en las distintas capas de la existencia». Rafael Argullol. Decidimos dirigirnos hacia el Golden Gate Bridge costeando, para luego ascender por las colinas de la zona de Presidio. A medida que subíamos (primer capítulo del cansancio que nos esperaba) el paisaje sobre la bahía se abría y me paraba frecuentemente para fotografiar. La luz fría y las formas que componían los malecones resultaban fascinantes. En esa tarde de Julio, mi primera y penúltima tarde en San Francisco, sospeché, una vez más, que las ciudades no son sólo ciudades, sino reflejos que nos devuelven algo que ya traíamos con nosotros antes de llegar.
Lo que más me interesa en los viajes son las ciudades. En ellas se concentra la experiencia vital de otras personas que, probablemente, se parecerá bastante a la mía. Aquella tarde, en San Francisco, al borde de los malecones que se sucedían por el distrito Marina, iba sintiendo y fotografiando. Me atraen poderosamente las construcciones aisladas y cerradas; esta, por ejemplo, es la imagen del enigma. El valor de la fotografía itinerante, sin otro propósito que ser uno y el viaje al mismo tiempo, está en que ayuda a que las miradas y la experiencia pervivan continuamente. No, no se trata de realizar una guía turística de insustanciales descripciones, sino de hacer perdurar un poco la felicidad y no morir con el viaje. Sí, quizá se trata de no querer morir nunca, ese creo que es el secreto último de la fotografía.
He llegado hasta aquí sin nada más que decir en este diario por el momento y aún me quedan diecisiete días para terminar el mes, incluido éste. Luego, ya veremos. Este diario es como la vida, de pronto, inesperadamente ¡zas! Colapso, a la mierda todo. Cuando escribo y constato este desfallecimiento es veintitrés de Julio. Hoy, quince de agosto, si todo va bien, estaremos en Almería y probablemente comeremos en Las Negras, ese pequeño pueblo costero que tanto nos gusta. Antes habremos pasado diez días en Polonia y ese viaje no tengo ni idea de cómo nos irá. El plan habrá sido volar hasta Varsovia (el dos de agosto) y nada más bajarnos del avión ir hasta Wroclaw, tres días en la ciudad y alrededores; luego lo mismo en Cracovia y finalmente en Varsovia. Y ya está, de vuelta (el doce) y a intentar absorber lo visto y espero que fotografiado. Sobre la marcha apenas me da tiempo a nada, con protegerme de no morir en el intento tengo bastante…»hace falta mucha atención para ver lo que está sucediendo delante de ti. Se requiere un trabajo, un esfuerzo piadoso, para ver aquello que uno está mirando». Don DeLillo