"Quien ha rechazado a sus demonios nos marea con sus ángeles". Henri Michaux
ENIGMA EN CLAVE 49: 7 DIAS x 7 PREGUNTAS II.
- Qué hacen en sus oscuros despachos y PENUMBROSAS sacristías.?
- En qué ocupan su ESPIRITU si tienen prohibidas las pasiones humanas?
- Confiesan sus PECADOS (si los tuvieran) a compañeros, con el consiguiente peligro para su vida profesional?
- Hablan con Dios, la Virgen… y también con el ESPIRITU SANTO?
- Por qué se arrodillan, inclinan y se dejan BESAR las manos?
- No se cansan de repetir siempre, durante AÑOS y AÑOS los mismos gestos y sermones?
- Cuando REZAN se concentran en Dios… o piensan en sus cosas?
…Existe la duda en la fotografía?…Seguramente; y tendrá más opciones de llegar al territorio de promisión de la –duda– si se aleja instintivamente de lo «fotográfico». Estar y ser otra cosa: –o lo intentas o estás inexorablemente muerto-. Aunque no se consiga, mejor intentarlo hasta morir. Sospecho que es lo que me pasará a mí. «Creo que es ese leve distanciamiento del hecho, que me hace volver más violentamente al hecho… A través de la imagen fotográfica comienzo de pronto a vagar dentro de la imagen y abro lo que yo considero su realidad más de lo que podría hacerlo mirando directamente. Las fotografías no son solo puntos de referencia. Son muy a menudo reactivadoras de ideas». Francis Bacon. Pero claro, Bacon era pintor y la fotografía para él era meramente instrumental. Entonces, ¿qué será de los fotógrafos que no tenemos dónde ir? Maldita sea. Hoy, una fotografía que, sin ser dudosa, me sugiere una longitud de onda DUBITATIVA, aunque quizá sólo sea por el rojo pasión con la que he pretendido virar un poco el sentido original blanquinegro…
Me pregunto: existe alguna relación entre el tono de piel, la textura y aparente blandura de las carnes de los curas con el eterno sentido de culpa que emana de la doctrina católica? Están infectados de remordimientos y el tratamiento al que se someten les produce un efecto secundario tan desolador como fofo? Probablemente el que no cuiden su aspecto físico tiene que ver con que tienen prohibido seducir (supongo). Si yo fuera cura me entregaría a la gordura más infame, por el placer físico de la gula y porque además parece un pecado sin apenas importancia (que yo sepa los curas no pasan controles de peso). Como todavía me permito pensar y ejercitar (de vez en cuando) la lujuria, que sin duda es más pecado, procuro mantenerme razonablemente presentable y controlo la gula. Resumiendo: entre la gula y la lujuria, me parece mucho más atractiva esta última.
…La fotografía, siempre debatiéndose agónicamente entre el realismo y la sugestión, entre lo figurativo y lo abstracto, entre la luz y la sombra (en sentido metafísico), y entre el ser y no ser (en lo artístico). Nunca lo tendremos claro del todo. «Si no se puede profundizar en la Fotografía, es a causa de su fuerza de evidencia. En la imagen, el objeto se entrega en bloque y la vista tiene la certeza de ello, al contrario del texto o de otras percepciones que me dan el objeto de manera borrosa, discutible, y me incitan de este modo a desconfiar de lo que creo ver» Roland Barthes. Pues sí, qué mejor para ilustrar la funesta fuerza de la evidencia, que señala a la fotografía como sospechosa de obviedad innecesaria, que una fotografía INDUDABLE (me parece, porque ese tipo es un cura, sí o sí, aunque le haya colocado de espadas en mi visor, única forma de hacer misterioso este bulto ataviado con brocados en oro)…
Así de estúpida y fabulosa es mi vida. Empleando todo mi tiempo, mis energías y mis recursos (me estoy empobreciendo porque no sé cómo se gana dinero con todo esto) en construir secretos para el Secreto Último. No puedo dejarlo, es una adicción irrenunciable. Hay un componente mágico, metafísico, surrealista, tal vez, en el hecho fotográfico. También poético, sin duda. Pero claro, a todo el mundo le da por dotar a la fotografía de valores industriales, testimoniales, comerciales, e incluso artísticos. Pero no, es otra cosa, es más y es menos, sencillamente, es otro asunto que está en otra parte y que aún no se ha localizado ni descubierto. Sólo se ha intuido a través de algunos clarividentes que lo han atisbado. Mientras, yo sigo a lo mío, que no sé muy bien qué es, pero que Es.
DICCIONARIO IMPROVISADO E INNECESARIO
SACERDOTE: ¡Cómo me gustan esos tipos! Son fascinantes. Cuando veo uno por la calle me quedo embobado y le sigo con la mirada; si me cruzo con alguno en un supermercado le acecho disimuladamente para cotillear lo que compra e inferir de lo que se alimenta porque dudo mucho que coman lo que el resto de la humanidad. Esta sospecha se confirma y acrecienta porque casi nunca me los encuentro haciendo la compra, como todo el mundo. Mi admiración se parece a la de los adolescentes por sus estrellas del espectáculo. Lamentablemente, a esos seres extraordinarios y extraños, los veo en raras ocasiones (quizá porque no llevan ninguno de sus atavíos que les denotan, pero claro, en ese caso no me valen). Podría ir a verlos a las iglesias, pero eso es lo normal y así no me interesan. Por qué me fascinan de ese modo? No lo sé exactamente, pero, probablemente, tenga que ver con el hecho de que su elección existencial supone la negación-afirmación de todo lo que a mí me resulta connatural con la condición humana: desde la duda, la incredulidad, las contradicciones y todo lo que tiene que ver con las preguntas incesantes y los titubeos asustados que provocan el hecho de vivir, hasta los aspectos físico-químicos más elementales, como el sexo, las pasiones y todos las necesidades físicas emparentadas con las adicciones, los excesos y los placeres hedonistas. En fin, vivir como humanos razonables y coherentes: vulnerables a todo. También sospecho que todo lo suyo es una monstruosa mentira y que no son ajenos a nada: ni al sexo, ni a la vanidad (sólo hay que verlos en el púlpito), ni a la codicia, ni a la ambición, ni a las luchas de poder, ni a nada de nada. Quizá, es por lo que me hipnotizan, se me ocurre a medida que escribo, porque son unos insuperables actores a tiempo completo. Debería pedirles autógrafos como se lo podría pedir a Robert de Niro, a pesar de que no soy mitómano. Así que, por el momento, me conformo con fotografiarles como a estrellas rutilantes del mundo, aunque tienen un serio problema: suelen ser anodinos y muy feos. Y ahora Ambrose Bierce: SACERDOTE: Caballero que reivindica como propio el sendero interior que conduce al Paraíso, y quiere cobrar peaje sobre el mismo.