Las gentes inauditas y yo, también inaudito…
..Aunque, como resultado de esa práctica, podría construir enloquecidas PARADOJAS que resultaran inteligentes ejercicios de búsqueda de respuestas a los enigmas de su vida.
VOCES de Antonio Porchia:
* Cuando tuve lo mejor, no era lo mejor.
* Partiendo de un todo, sólo puede arribarse a nada.
* Quien va de fuego en fuego, muere de frío.
* El sueño que no se alimenta de sueño desaparece.
* El hombre vive midiendo, y no es medida de nada. Ni de sí mismo.
* Lo que somos es para algo que no somos.
* Cuando lucho por nada, creo que es cuando lucho.
* Cien hombres, juntos, son la centésima parte de un hombre.
* Dos cosas no iguales son la mayor desigualdad. Todas las cosas no iguales son la mayor desigualdad.
* A veces lo que deseo y lo que no deseo se hacen tantas concesiones que llegan a parecerse.
…Este mes estoy notando que tiendo a la dispersión, pierdo el hilo constantemente. Ahora, por ejemplo, debo darme prisa en terminar de escribir algo más (lo tenía escrito y en una de mis torpes manipulaciones con el procesador de texto lo he perdido y apenas me acuerdo de lo que decía, salvo que casi me gustaba). Creo que era algo así como que me iba a apagar ya, como el conde Drácula que cuando salía el sol tenía que retirarse a la oscuridad; al menos él era un inmortal chupador de sangre, ¡qué suerte! Nada, tengo que cortar ya, el sol ha empezado a entrar por el ventanal. Bueno, como es el mes -Vila Matas- y Kassel, y la lógica que no estaba invitada, algo de esa estupenda obra: «…He venido para investigar cuál es la esencia, el núcleo puro y duro del arte contemporáneo. He venido para saber si hay vanguardia todavía en el arte. De hecho, he venido para realizar una investigación sobre Kassel. Quedé pensativo. He venido simplemente para contar a mi regreso lo visto. He venido para saber que son los beatniks. Quedé pensativo. He venido a conocer el estado general de las artes. Quedé pensativo. He venido a recuperar el entusiasmo. Quedé menos pensativo. Enrique Vila Matas.
…No, a estas alturas de mi vida, considero completamente prescindibles las experiencias tensas y aparatosas. Por el contrario, sí me parecen deseables los momentos vitalmente sustanciosos, saladitos, y salpicados de una sabia mezcla de risa, emoción, cierta tensión, exigencia vital y contenidos entretenidos que nos enriquezcan la vida, a mí y a los que compartan conmigo un rato. Gozar de la vida, ese es el asunto. Así me gustaría que fueran las cosas la mayor parte del tiempo. Mi propósito como retratista pasa por la complicidad con otras personas, y esa es una circunstancia nefasta dada mi incompetencia como ser sociable y capaz de encontrar y mantener relaciones jugosas. ¡Cuanto tiempo perdido en contactos sociales y personales estériles! Como dijo sabiamente Antonio Porchia: «Cuando no puedes hacerme reír o llorar, sólo puedes cansarme»…
…Llevo un tiempo imposible: desde hace días no paro de lanzarme directos a las narices y a la boca del estómago, y así estoy, contusionado, tumefacto y con pocas ganas de nada. Y encima ni siquiera me deprimo seriamente, lo que me hace pensar que no es que me dé pena realmente o que esté aquejado de una incapacidad transitoria; no, que va, tengo la impresión que, simplemente, me diagnóstico aséptica y certeramente. Luego llega Naty y me pone unas tiritas y me da un abrazo consolador, pero yo nada, sigo insistiendo en lo mío: hacerme radiografías profusamente sangrantes y autocompasivas ¡qué aburrimiento por dios! A propósito del diario (que me preocupaba hace unos días): seguiré, al menos el poco tiempo que falta para que cumpla diez años, y al menos a ese redondo y señalado aniversario debería llegar. Será todo un logro para mí del que debería sentirme orgulloso, según diría cualquier libro de mema autoayuda…
El nombre, –Habitación de retratar-, tiene una doble acepción; la descripción física donde tiene lugar el hecho: una habitación, siempre la misma, donde se retrata fotográficamente; y otro, más inconcreto o inaprensible: espacio dónde se habita en el retrato, o habitación para habitar o ser. Momento en el que fotógrafo y fotografiado -son- en un mismo espacio y tiempo; lugar y momento mágico de reconocimiento físico y emocional. Para quien lo quiera, claro. Digo esto porque sin retratado no hay retrato. Obviamente, necesito personas que se presten a ser retratadas y además que lo deseen. He invitado a algunos conocidos a mi habitación de retratar…