Buscar la aproximación al cuerpo como enigma, sin intervención de la palabra…
LAS MUJERES QUE MIRABAN O BAILABAN RUMBAS.
Era la mujer más atractiva. Quizá hubo más, pero no las recuerdo. Siempre me ocurre igual y muy probablemente no es nada original: sí en mi campo de visión aparece una mujer atractiva me resulta inevitable que mis sentidos se orienten en esa dirección y que la consciencia, de natural selectiva, elimine otros elementos y circunstancias que me entorpezcan el placer de mirarla.
Tiene 3 años más que yo. Es cubano; yo no. Las mujeres son el epicentro de su vida; de la mía también. Nunca hemos contemplado los mismos paisajes, ni tocado al mismo tipo de personas (a través del tacto se acumula muchísima experiencia vital) ni nuestros ojos se han cruzado con las mismas miradas. Su experiencia y la mía están a una distancia sideral, sin embargo entiendo muy bien lo que cuenta. Me llega directamente, como si me lo inyectaran en vena, porque, en definitiva:
«Entonces me dijo sonriendo, con su aire habitual de sosiego, serenidad y educación, casi rozando la elegancia:
-Me voy. Muchas gracias. Disculpa por molestarte. Es que…creo que tú y yo nos parecemos.
-Todos nos parecemos.
¿Quién son todos?
-Todos.»
El insaciable hombre araña. Pedro Juan Gutiérrez
DIPTICO HABANERO:
«Los habaneros son generalmente francos, fanfarrones, y las mujeres son limpias de cuerpo y algunas de alma: muy rasgadotas; la más pintada echa un terno como un grumete. Por presentarse en el paseo, o en el teatro muy bien puestas, son capaces de no comer en un año. Primero les faltará cara en que signarse que dejar de afeitarse con plumas y tijeras de pies a cabeza todas las mañanas» Licenciado Antonio López Matoso, Diario, 1817-1829.
LOS HOMBRES QUE MIRABAN TOCAR Y CANTAR RUMBAS.
Llegó, buscó un sitio que le proporcionara una buena visión de lo que ocurría y se mantuvo quieto, mirando. No hacía nada, sólo miraba. Su expresión no traslucía emociones ni sentido del ritmo que sonaba (rumbas afrocubanas). Le fotografié y me olvidé de él. Ahora está aquí, mirando otra vez.
LOS HOMBRES QUE MIRABAN TOCAR Y CANTAR RUMBAS. El hombre se acercó tímidamente y se asomó al espectáculo. Situado en un lugar discreto observaba y de vez en cuando sonreía. No daba la impresión de que le hubiera acompañado el éxito en ningún momento de su vida y su actitud indicaba que soportaba un peso que traía de lejos; atávico e insoslayable. Parecía evitar su presencia a los demás y que un viento de soledad le susurraba algo conocido al oído.
PEDRO JUAN GUTIERREZ.
Acabo de leer la última novela publicada de Pedro Juan Gutiérrez (Nuestro GG en La Habana) cubano y habanero (al menos allí vive) y vuelvo a disfrutar con su literatura intensamente. Su manera de sentir, vivir y contar La Habana es de una carnalidad que se te pega al cuerpo, como si de la humedad caribeña se tratara. He leído a otros autores cubanos, pero ninguno como él y la razón es sencilla, siento en mi propia mirada lo que él ve. Cualquier página al azar:
En fin, se reúne mucha gente cochambrosa y mugrienta. Hay decenas de solares en los alrededores y los negros y las negras caminan por ahí, sin rumbo, a ver que sucede. Nunca sucede nada. Ellos siguen caminando, a ver qué sucede. El insaciable hombre araña. Pedro Juan Gutiérrez