“Como estetas del universo histórico que somos, consideramos pretextos las creencias de los demás y espectáculos sus decadencias…". Cioran
«En los franceses, los instintos están tocados, rotos; la base del alma, minada. En tiempos, en los siglos franceses del Universo -desde las cruzadas hasta Napoleón-, fueron vigorosos, pero las épocas venideras serán las de un vasto desierto; el tiempo francés será, a su vez, el despliegue del vacío: hasta la irreparable extinción. Francia está tocada por la depresión de la agonía». E. Cioran (De la France, 1941)
Cerca de la plaza donde paraba « el jefe de los perros de Nápoles », el de ayer, se encuentra la Galería Umberto: neorrenacentista y de interior iluminado a través de claraboyas que la revisten de una belleza mágica y acogedora. La galería está movida, las figuras se movían, y yo, con la cámara entre las manos me conmovía sin querer evitarlo. Todos movidos o conmovidos y ligeramente fuera de registro, como la vida misma; por eso me gusta mucho esta fotografía.
He comenzado a leer con ganas: La cámara de Pandora. La fotografí@ después de la fotografía, de Joan Fontcuberta. Siempre he dicho que la obra fotográfica de este gran teórico y ensayista del asunto fotográfico me aburre. Sobre todo de unos años a esta parte, porque su obra de finales de los setenta y hasta mediados de los ochenta me parece muy estimable. Sin embargo, sus ensayos son excelentes y su estilo narrativo también. Dignos de la mayor atención. En realidad, cuando escribo esto sólo he leído la introducción. Pero leeré todo el libro. Sin duda (necesito aprender un poco sobre lo que hago). Ya en la introducción hace mención a una definición de una determinada forma de entender la fotografía que siento muy mía: «…aspiraban tan sólo a contribuir a una poética de la fotografía -aunque entendida esta como una forma de mediación intelectual y sensible con el mundo.» Joan Fontcuberta. Pues sí, es lo único que pretendo y me interesa: interpretar el mundo, e interpretarme yo mediante la mirada y el hacer fotográfico; y a ser posible en clave poética. Por muy pasado de moda que esté este empeño. A Milán llegaban ovnis y los transeúntes, petrificados, observaban el prodigio sin saber qué hacer, ni a dónde dirigirse. El silencio era absoluto.
BERLÍN (del cuatro al nueve de agosto de dos mil quince). Foto 10
Algunas acepciones que ofrece la RAE del término realidad: «Existencia real y efectiva de algo» o, «Efectivamente, sin duda alguna…». Para mí, con alguna de mis dos cámaras entre las manos, las certezas pueden difuminarse. Cargadas con película monocroma, claro, porque si no, no hay modo. Con la realidad en tecnicolor es mucho más difícil que se pueda reinterpretar nada. Pues bien, a veces, y si se tiene un fuerte deseo de arrancar algo de verdad a la «existencia real y tangible de algo» se puede conseguir; otra cosa es que ese logro sirva para algo. Me refiero a transcender a través de la belleza, si es que esa quimera es posible. Un tal Eduardo Momeñe, voluntarioso y estimable fotógrafo, de los buenos sin duda, no hace mucho tiempo dijo: «El noventa por ciento de la realidad es lo que no se ve, y la fotografía no tiene acceso a lo que no se ve». No siempre es así Eduardo, porque de la fotografía se puede esperar todo y nada, lo que no y sí se ve. O lo que se percibe de lo que no se ve; o al revés. Siempre se trata de un doble juego…