Linda, dónde estuviste anoche…?
BERLÍN (del cuatro al nueve de agosto de dos mil quince). Foto 18
Y también los restos del Muro, del infame Muro. No, no voy a entrar en disquisiciones políticas, bastantes llevo hechas este mes y sin tener mucha idea de nada de lo que tenga que ver con esos asuntos. Cuando fui joven me creí algunas cosas que tenían que ver con la ideología que se entiende como -izquierdista-. Menos mal que luego se me pasó y así he evitado repetir tontamente tantas y tantas falacias y, sobre todo, convertirme en un monocorde maniático, tonto útil de una ominosa y ciega ignorancia. Lo dice muy bien Vergílio Ferreira: «Sí. De joven tuviste tu ideología. Pero has envejecido. Y la vejez tiene sus fallos de memoria. Y uno de los más graves fallos de memoria es que persistas en lo que te convierte ya en un maniaco». En política solo aspiro a protegerme de perniciosos, banales y manipulados idealismos. También me gustaría que quedara erradicada para siempre la contaminación de programas con emociones y primarios sentimentalismos. Es impúdico y culpable.A la mierda con todo eso. Las creencias y liturgias solo en privado. Fuera frikis. Por favor, por favor, que el ejercicio de la cosa pública solo esté orientada por el respeto a la libertad, la sensatez y la eficaz y honesta administración. Esta es una fotografía de un estimable graffiti del Muro, del infausto y asesino Muro de mierda, auspiciado y construido por falaces y tortuosos «ideales»…
REFLEXIONES TONTAS (ahora que está a punto de terminar este jodido año). Hace menos de una hora que me puse a escribir el día dieciocho y ya voy por el veintidós, ¡¡¡es la leche lo capaz que soy para reflexionar tontamente!!! Si sigo una hora más termino el año, ya lo creo. Asunto resuelto, el del diario, que en estos últimos días me está interfiriendo un poco en lo de hacer montones y montones de fotos; ya llevo más de quinientos, y subiendo y subiendo. Es cosa de locos. Ahora que lo pienso, ¿estaré un poco loco también, además de reviejo y fantasmalmente enfermo? …
REFLEXIONES TONTAS (ahora que está a punto de terminar este jodido año). Pero no, no hay salvación posible. Aunque bien mirado, en qué consiste la salvación. No lo sé y ni siquiera puedo imaginarlo. Para mí, quizá, habría consistido en vivir un eterno presente activo, excitante, pleno de risa y placer. Ah! y mandar mucho, tipo dictador omnímodo. Y que me aplaudieran también mucho. O ser un creador proteico, incontenible e inagotable (parecerme un poco a un Dios todopoderoso) y así todo el tiempo. Esas circunstancias de absoluto poderío tendrían que ser tan intensas que no tuviera ni un solo segundo para reflexionar sobre la inmensa estupidez de llevar vidas así. Y luego morirme, súbitamente, sin dolor ni culpa. Ya está, salvado. Pero no, como no puedo haber estado más lejos de esa gloria a lo largo de toda mi vida (ni siquiera ese ratito de gloria que al parecer tiene todo el mundo), pues nada, que me he inventado lo de hacer montoncitos para así no tener que pensar en la estupidez de llevar una vida así, haciendo montoncitos en el más absoluto y mediocre anonimato…
REFLEXIONES TONTAS (ahora que está a punto de terminar este jodido año). No lo sé, pero intuyo que, por desgracia, tampoco estoy loco, y lo siento porque la locura podría salvarme. Pero no debo desesperar, porque lo que hago supone una determinación loca, aunque el resultado no sea loco. Es como hacer un puzzle, que en sí no es una actividad loca ni mucho menos (como mis montoncitos de fotos) pero tanto el que hace el puzzle (hay que estar loco para ocupar el tiempo en esa estúpida tarea) como yo, estamos locos por hacer lo que hacemos. El otro día vi una buenísima película de ovejas y hombres solos en Islandia (El valle de los carneros), en la que dos hermanos vivían enemistados desde hacía más de cuarenta años y solos, en casas colindantes. Uno de ellos hacía puzzles para ayudarse a soportar sus interminables noches de frío y soledad. Estaba loco, claro. Yo puede, con suerte, que también, y así salvarme…
DIGRESIÓN ONCE. Campeones (2018). España. Guion y dirección: Javier Fesser. Intérpretes: Javier Gutiérrez, Juan Margallo, Luisa Gavasa, Jesús Vidal, Daniel Freire, Athenea Mata, Roberto Chinchilla, Alberto Nieto, Gloria Ramos, Itziar Castro. Buenismo, sentimentalismo, cierto sentido del humor y el inconmovible deseo de agradar a todo dios, dan resultado en esta españolísima película. Sí, además, como mensaje final, la última imagen y las últimas palabras son de una pareja que se reconcilia y que además expresa el venturoso y más que previsible deseo de tener un hijo o, en el colmo de la sobreactuación innecesaria, más de uno; cerradísima ovación, sensación plena de confort y directamente a Hollywood. ¡¡¡Qué cansancio, por dios!!! La película arranca en tono de comedia con gags muy bien ideados, sobre todo en la presentación de los integrantes del inverosímil equipo de baloncesto. Son unos minutos de un humor gestual brillante, desde luego, pero eso es un suspiro. Enseguida la película se instala en una historia rutinaria de superación pintoresca, sostenida por unos personajes que solo pueden generar simpatía, solidaridad y todos los buenos sentimientos que imaginarse puedan entre las sencillas gentes. Eso es un acierto incuestionable de Fesser, lo que resulta más que dudoso es la previsibilidad del relato y cómo resuelve cada uno de los matices: el amor que se profesan todos, los abrazos, la casi victoria total del equipo y, para colmo, una reconciliación matrimonial que se veía venir desde el comienzo. Estomagante. Todos los críticos se han mostrado unánimes: cerrada y entregada ovación, sin reservas; hasta mi oráculo personal (Carlos Boyero) dice de ella que es una “…película extraña, en el buen sentido”. Por mi parte, creo que si hay algo que no tiene esta película es extrañeza.