Los deprimidos no reciben visitas…
Cuestiones de estilo: nunca he leído a Agustín Fernández Mallo, y probablemente no lo haga nunca, y no porque lo que sé de él no me interese, sino por falta de tiempo, el del reloj y calendario, ese que necesito emplear en hacer lo «mío» y que tan poco me deja de sobra. Pero sí quiero anotar y resaltar aquí algunas de sus reflexiones que me han interesado sobremanera: «somos una construcción colectiva y lo que nos queda es nuestro cuerpo». O «el tiempo no es una línea recta de cosas que van quedando atrás: nada queda atrás, todo está en un mismo plano horizontal, en el presente…». O «Mis libros son de un realismo complejo, por llamarlo de algún modo creo que sería una ajustada definición de mi tipo de narrativa». Agustín Fernández Mallo. A mí también me gustaría definir así mi fotografía: «realismo complejo», si alguien me lo preguntara, claro.
DIGRESIÓN TRES: feliz descubrimiento de un nuevo autor para mí. Escritor grande, de horizonte ancho y prometedor, venturoso. Estimulante. Le seguiré con fruición, con sumo interés. Se trata de Ricardo Menéndez Salmón. La primera obra que he leído se titula Medusa y la elección ha tenido que ver con el hecho de que el protagonista es un artista, pintor, fotógrafo y cineasta. La obra ha superado sobradamente las expectativas que tenía, pero ahora no me apetece hablar de ella (me he cansado de escribir), así que me limitaré a incluir alguna cita entresacada de Medusa: «A poco que se indague en el curso de la historia, y advertidos de que la idea de progreso es una patraña, puede acatarse sin escándalo que la indiferencia es la clave de bóveda que garantiza la cordura de nuestra especie». Y una más: «Pero ella me enseñó esa verdad que a menudo nos obstinamos en ignorar: que a menudo son las personas que pasan, y no las que permanecen, las que jugaron papel decisivo en nuestras vidas. Por qué? Precisamente porque la vida no las gastó, porque su memoria, para lo bueno o para lo malo, permanece a salvo del paso del tiempo, que todo lo ensucia». Ricardo Menéndez Salmón
Ya es marzo. Lunes. También me levanto temprano los lunes. Cuando ha despertado el despertador no tenía ganas de levantarme, pero tampoco de seguir acostado a oscuras. Siento como problema que hoy no tengo ganas de hacer, pero menos de no hacer. Así que disimularé. Marzo, quizá debería ser un mes de perros (creo que los haré esperar hasta abril), en contraste con febrero, que fue de gatos. No sé. Me gustaría escribir y fotografiar cosas importantes, como hacen los artistas y las gentes cultas e informadas; pero a mí no me salen así las cosas. Qué es lo que ha fallado en mi cabeza? Pues eso, que salió escasa. Nada más (y nada menos). Por eso escribo. Dice Muñoz Molina en uno de sus últimos artículos-ensayo: «Lo que hacen las novelas es contar las historias de los que por su poco relieve social carecen de ellas. También los que por algún motivo se declaran fugitivos de una identidad obligatoria». Es lo que hago, escribir mi novela, me está saliendo algo reiterativa, aburrida tal vez, pero al menos cumplo con mi papel. Por mí que no quede. Seguramente seré como señala una de las expresiones del artículo-ensayo de antes: «uno de los últimos entre los últimos». Esta noche, la del domingo al lunes, no he descansado bien. En uno de mis sueños-pesadilla de esta noche (casi todos lo son) unas personas normales, de esas que no están señaladas por ninguna gracia especial, observaban una de mis fotografías y la analizaban críticamente hablando de tonos, índices de contraste, densidades, matices de grises, vamos que desnudaban mi famélica técnica y yo apenas acertaba a explicarme; se cumplía la frase de Muñoz Molina: ellos eran del pelotón de cola, pero yo iba detrás, era el –último de los últimos- y avanzaba exhausto, sofocado, incapaz. Así las cosas, solo me queda, aunque me salga tediosa, escribir mi novela…
Tres de marzo, sigue siendo lunes, y bastante pronto todavía. Llevo escribiendo desde poco antes de las siete y ahora son las nueve y veinticinco. Continuaré hasta que acabe esta entrada que será enseguida. En realidad no tengo mucho más que decir hoy, salvo que me gustaría saber que haré a lo largo de la semana. Ah, y el único sentido de esta entrada es acabar con el cuadríptico fotográfico que he decidido colocar y que me ha quedado muy bien. Me parece. Bueno, y si además termino con una cita sobre la espera, lo que hace el pobre desgraciado protagonista de la historia, todo se parecerá bastante a lo que es:»La espera comienza cuando no hay nada más para esperar, ni siquiera el fin de la espera; la espera ignora y destruye lo que espera; la espera no espera a nadie. Maurice Blanchot