Recuerdo de una muerte pavorosa…
Introducción: A la memoria de Simplicio Sanchez. Falleció día 3 Julio 1898 a los 5 Años de edad sus desconsolados Padres le dedican este Recuerdo.
EN EL CHOZO TE QUEMASTE HIJO DE MI CORAZÓN VOLANDO SUBISTE A EL CIELO GOZANDO ESTARÁS DE DIOS Y AQUÍ TUS QUERIDOS PADRES LLORANDO SIN CONPASION.
Conozco los chozos; de niño, con mis padres, visitábamos el de unos amigos pastores. Normalmente había dos grandes y uno pequeño por familia. Recuerdo como era: en uno de los grandes, los camastros se distribuían alrededor del perímetro y en el otro, con un fuego en el centro, se cocinaba y en las noches de invierno, sentados alrededor, los mayores hablaban de sus cosas mientras los críos unas veces jugábamos y otras dormitábamos. No me gustaba volver a la casa donde vivíamos, en lo alto de un cerro pedregoso y desapacible, después de tomar un tazón de leche recién ordeñada, en invierno, lloviendo, arropados con una manta encima de una dócil borrica, que, a pesar de andar entre piedras y matojos en noches cerradas, nunca se cayó. Demasiado frío y oscuridad. Lo que yo quería era dormir en el chozo, al calor de la lumbre, oyendo las conversaciones de los mayores como un rumor lejano que me calentara el corazón. Porque he respirado el aire mezclado de humo y olor a humanidad de los chozos, entiendo ese dolor, entiendo la tragedia de esas personas desconocidas y que siento en la distancia como gente de mi condición, entiendo su desconsuelo y su vida de llanto. Sé que después de un drama como ese ya nada pudo ser igual para ellos, aunque vivieran eternamente.
…Después, en agosto del pasado año, le diagnosticaron un peligroso cáncer. Uno de los más canallas y devastadores, de esos con los que no hay negociación posible porque llegan envenenados. Con ellos, la vida tiene vencimiento irreversible: sólo queda esperar y desear que el sufrimiento no sea devastador. Desde noviembre ya no pudimos hablar con ella. En diciembre, con una amiga común, le hicimos llegar esta carta:
«Hola Harumi: en este momento, en el que Naty y yo te estamos escribiendo este pequeño pero muy sentido mensaje, nos sentimos especialmente cerca de ti. Tú siempre estás presente en el espacio más íntimo y privado de nuestros afectos. En ese refugio, acogedor y esencial para nosotros, donde nos reunimos a disfrutar de la mutua compañía, somos muy pocos. Tú les conoces a todos, porque eres parte esencial de nuestro mundo, y ya sabes: nosotros siempre hemos preferido a pocos pero importantes. Cuando se piensa en alguien que está lejos, y que se quiere sinceramente, las imágenes de los momentos vividos en compañía se agolpan con una vivacidad y colorido que hace desear intensamente que vuelvan y se repitan y repitan, una y otra vez: charlas, comidas, cenas, arte, trabajo, recuerdos, risas, bares, amigos…tantas y tantas cosas. Que todo lo que nos ha hecho felices juntos perdure siempre. Que no se acabe nunca. Puedes estar segura, Harumi, que desde que decidiste viajar a Japón, en todo este largo tiempo ya, siempre, en todo momento, hemos deseado que volvieras cuanto antes, para reanudar todas las cosas que hacíamos juntos. Por cierto, quizá te guste saber que el sistema de riego que nos ayudaste a instalar, sigue funcionando estupendamente. No se ha secado ni una sola planta. Mañana viajamos a Chicago para conocer a Emma Louise; te comento esto a propósito de que Gabriel también se acuerda mucho de ti: me pregunta frecuentemente por cómo te encuentras. También él te envía un fuerte abrazo. No queremos cansarte (ni a Yuki, que te estará leyendo esta carta); sólo decirte que no te olvidamos y que te queremos.
Cómo ya habrás supuesto, lo que acabas de escuchar lo ha escrito pepe (ya sabes, es el escritor de la familia); nadie lo habría expresado mejor. Todo lo que ha dicho lo sentimos los dos, y no cambio ni una coma; creo que lo sabes.
Te queremos y te echamos de menos. Toda nuestra energía para ti.
Besos, todos.
Pepe y Naty
«Las formas espirituales del pasado ya no acuden en su ayuda. El catolicismo es tan penoso, tan polvoriento, que renovarse gracias a él equivaldría a una esquela. ¿Qué haría un pueblo de instintos dormidos con liturgias soporíferas, sermones entremezclados con citas latinas que parecen más irreales que un sueño en lo más profundo de una pirámide? El agotamiento espiritual conduce a la momificación de una cultura. Todos sus gozos no impedirán a Francia volverse una momia espiritual, como tampoco los oráculos lo impidieron entre los griegos ni los dioses entre los romanos. Las Parcas son más despiadadas con los pueblos que con los individuos». E. Cioran (De la France, 1941)
Félix Fèneòn (o los MUERTOS ESTUPIDAMENTE):
– El señor Chevreuil, vecino de Cabourg, saltó de un tranvía en marcha, chocó contra un árbol, rodó bajo el mismo tranvía y allí murió.
– La hija del guardabosque Webmüller, vecino de Lescherolles (Sena y Marne), cogió flores, las masticó, y murió envenenada.
– El señor Guigne, vecino de Chalon, al querer salvar a sus hijos, que por lo demás fueron salvados, se ha ahogado en río Saona.
– Flotaba una botella. Maritz, vecino de Sèvres, se inclinó para cogerla y cayó al Sena. Ahora está en la morgue.
– Calen, internado en la prisión de Thouars y que acababa de faltar al recuento, se ha matado al caer sobre unas rocas. Se estaba evadiendo.
– La señorita Martin y el señor Rougon no tendrán descendencia. Un rápido los ha arrollado en Clamart. Iban a casarse en breve.
-Juzgando a su hija de diecinueve años demasiado poco austera, el relojero Jallat, vecino de Saint-Étienne, la ha matado. La verdad es que le quedan otros once hijos.
-Decapitado y con el vientre abierto, Arsius, de quince años, natural de Champigny yacía en un túnel. Un crimen, se creía. Pues no, se cayó del tren.
«Morer, sinmais devagar» Rey portugués.
Félix Fèneòn (o los SUICIDADOS PORQUE SÍ):
–Un sexagenario, el señor Bone, vecino de Andigné (Sarthe), en estado de embriaguez, había pegado tan fuerte a su criada, que iba a ser procesado. Enojado, se ahorcó.
– Antes de lanzarse al Sena, donde ha muerto, el señor Doucrain había escrito en su libreta: «Perdona, papá. Te quiero mucho».
– Laville, vecino de Fournier (Ardèche), se tumbó, se puso la boca de la escopeta bajo el mentón, y accionó el gatillo con un cordel. Muerto.
– A los ochenta años, la señora Saout, vecina de Lambézellec (Finisterre) empezaba a temer que la muerte se olvidara de ella; ausente su hija de casa, se ahorcó.
– Por la noche, Blandine Guérin, vecina de Vaucé (Sarthe), se desnudó en la escalera, y desnuda como la pared de una escuela, fue a ahogarse al pozo.
– Un hombre de unos treinta años se ha suicidado en su habitación de un hotel de Mâcon. «No busquéis mi nombre», dejó escrito.
– En un hotel de Lille, el señor H. Hallynch, vecino de Ypres, se ha ahorcado por unos motivos que, según una carta suya, muy pronto serán conocidos.
– Por quinta vez, Cuvillier, pescadero de Marines, se ha envenenado, y esta vez ha sido la definitiva.