Perfectas celebraciones fotograficas: los cementerios…


SOBRE -El Reino- Emmanuel Carrère (2014) X.
He llegado al cincuenta por ciento de lectura y estoy algo decepcionado porque, en el comienzo del libro, creí que se orientaría hacia una combinación, un vaivén entre el testimonio personal y el desarrollo de los primeros momentos del cristianismo y viceversa. Modos hay de construir una interrelación, una cierta dialéctica entre pasado remoto y contemporaneidad, cocinado al fuego de las imperiosas necesidades existenciales que, salvo circunstancias o escenografías imposibles, vienen a ser las mismas antes que después. Ayer como hoy, los humanos tenemos la angustiosa necesidad de eludir o recrear un cierto pánico al vacío absoluto y a la irreversibilidad de la muerte. Pero no, por el momento la historia de Carrère se centra en los hechos de los apóstoles y de San Pablo, hombre inteligente e ilustrado, de una considerable astucia y que sabe maniobrar políticamente al tratar con sus contemporáneos: asiáticos, griegos, distintas facciones de judíos, romanos y, sobre todo, el poder instituido de la ortodoxia cristiana originaria con Santiago a la cabeza…


Hoy, la fotografía LOCUAZ (o aquejada de verbosidad, más bien). El día dos, dije, refiriéndome a cómo pensaba que sería el diario de este mes: –Las fotografías de cada día sólo tendrán un título, conceptual, cómo no; aunque los conceptos me gusten tan poco como las opiniones-, y este es el séptimo folio que escribo. Escribiendo soy acrítico e incontinente. Escribir me entretiene, y además, como tengo serios problemas con el pensamiento teórico y sistemático, me ayudo de la escritura para intentar salir del laberinto en el que estoy metido. Sí, porque a estas alturas aún no sé qué es lo que he hecho hasta ahora; y lo que es peor, lo que quiero hacer mañana. Me llama mucho la atención, aunque no sé si me gusta, lo que consigue hacer la mayoría de los humanos: sienten una inquietud o necesidad de desarrollar un tema, una idea, un gusto por algo, lo piensan tranquilamente y lo realizan; luego se lo explican al mundo. Después repiten ordenadamente con otro tema, y así sucesivamente. Sensatamente. El mundo reconoce esos logros concediéndoles un sitio real, tangible y verificable. Porque es así, sencillo, creo: -porque los desarrollos secuenciales, comprensibles y de objetivos y logros claramente definidos, los entiende todo el mundo-. No es mi caso…


DIGRESIÓN UNA. Monsieur (Señor). India (2018). Guion y dirección: Rohena Gera. Música: Pierre Aviat. Intérpretes: Tilotama Shome, Vivek Gomber, Geetanjali Kulkarmi, Ahmareen Anjum, Rashi Mal, Aniupriya Goenka, Rahul Vohra.
A mí no me gustan las películas catalogadas como románticas, sea en formato de comedia (son las peores) o dramáticas y, mucho menos, melodramáticas.
Sin embargo, esta película (romántica) me ha encantado de principio a fin. Es intimista, sencilla, vibrante emocionalmente, lejos de los estruendosos modos en los que se cuentan en occidente las historias de amor. ¿Qué diferencia una historia de amor occidental de una oriental (hindú en este caso)? Grosso modo, la ominosa e insalvable presencia de la cultura: tradición, religión y las férreas condiciones que imponen las familias; mientras, en occidente las únicas trabas que pueden existir son las que uno se autoimponga. Las de los demás, perfectamente subsanables, sin desgarros. Las condiciones de las uniones sentimentales en India son sobradamente sabidas, luego no ofrecen otra novedad que el estupor que cada una de las historias pueda plantear, en este caso enorme, apabullante.
La bondad de la película no radica en poner en evidencia lo sabido, sino en la palpitante delicadeza con la que Rohena Gera cuenta la historia, dónde coloca la cámara, el delicadísimo tempo con el que narra y el asombroso talento con el que es capaz de captar la más mínima sacudida emocional y amorosa de los protagonistas, inmensos de principio a fin. Conmueve y asombra la contenida madurez de los personajes, la resignada posición que adoptan, sin por ello claudicar y renunciar a sus sentimientos. Grandísima sinfonía de gestos que se mueven en una pantalla sosegada, siempre vibrante y verosímil. Puedo ver todas las películas románticas del mundo que tengan este alcance expresivo y sensible. Un gozo.