"Una luz que alumbra muchos caminos, no alumbra un camino". Antonio Porchia
…Divisé a lo lejos a un hombre embozado que caminaba tristemente, mirando al suelo con una fijeza inquietante; dispuse la cámara para fotografiarle antes de que llegara a mi altura. Lo hice, pero sin resultados: el negativo tiene insalvables desperfectos. Le observé mientras se acercaba y cuando pasó a mi altura. Caminaba ensimismado, con una expresión dolida, parecía gravemente deprimido o aquejado de una crisis de identidad, o algo parecido. No me miró. Debían ser sus demonios lo único que le interesaba. O, tal vez, cuestiones existenciales, como a mí. La niebla aún persistía, pero se debilitaba paulatinamente. Seguí dispuesto a transportar mis viejas cámaras y mis dudas (viene a ser lo mismo). Cuando se alejó le fotografié por la espalda. No volvió la cabeza…
…Dos hombres, silenciosos y circunspectos, pasaron a mi lado en dirección contraria, sin apenas mirarme. Se alejaron por un camino que no supe si sería -su camino- o también estarían algo perdidos, como yo. Me pregunté qué sabrían ellos de -existencialismo-. Sospeché que su vida tenía tan poco sentido como la mía: eran las once de la mañana de un lunes de enero (hacia mitad de mes), y caminaban sin hablarse y sin rumbo, por un camino que no llevaba a ninguna parte…Pero, como yo, estaban persiguiendo el sentido que pudiera tener un lunes de mediados de Enero, luego eran tan existencialistas como yo. Ya lo dijo Jaspers, según cuenta Russell: «En general, podemos decir que, mientras que el nivel de ser-ahí está regido por la razón, el campo de ser-yo está gobernado por los estados de ánimo»…
…Era un hombre de aproximadamente sesenta y cinco años, vestido con sencillez y algo abstraído, me pareció. Nos quedamos unos instantes frente a frente sin decirnos nada. Por fin él se decidió a romper el silencio. Quiero preguntarte algo -me dijo, solemne-. Tú dirás, -le dije- en un tono de franca camaradería. ¿Has visto por alguna parte una palo corto y duro que necesito para el mástil de un hacha? Sí, entre los árboles y cerca de los caminos hay ramas secas que quizá podrían servirte -aventuré-. Sí, sé de las que hablas, pero no, no son las que busco, esas no me sirven-. Me encogí de hombros y no dije nada (como haría un buen existencialista). Comenzamos a caminar juntos. Lo que me vendría bien es una rama de almendro-. Sí, claro, pero los almendros no abundan por aquí -le dije-. Seguimos caminando juntos, el silencio persistía entre nosotros. Con un tono desalentado confesó que estaba harto, que llevaba toda la mañana buscando el dichoso palo para el mástil de su hacha y que como no lo encontraba se marcharía a su casa de inmediato. Quizá mañana tengas más suerte, le animé. Seguimos caminando juntos, callados, durante un buen trecho. Paulatinamente nos fuimos separando sin despedirnos. Unos metros más adelante ya nos habíamos alejado lo suficiente para que nuestros respectivos silencios y pesadumbres no nos incomodaran.
Más allá de la curva del camino
tal vez haya un pozo y tal vez un castillo,
o tal vez sólo continúe el camino
No lo sé ni pregunto,…