"Ser incomprendidos nos protege". Robert Walser
MIS ÚLTIMOS LIBROS ADQUIRIDOS PARA NADA (porque seguramente no tendré tiempo de abrir nunca, o sí). Nora Webster, de Colm Tóibín. El plantador de tabaco, de John Barth: muy recomendado y muy desconocido. Seguro que es sumamente interesante, pero me he quedado paralizado ante las más de mil páginas. Con el cielo a cuestas, de Gonzalo Suarez: me tomaré muy en serio pasarle al capítulo de libros por empezar. Además de estos últimos, en torno a tres mil quinientos, más o menos, que descansan en las estanterías cubriéndose de polvo hasta el final de los tiempos (casi todos me apetecería leerlos, pero no tendré tiempo). No sé cómo sentirme ante el hecho de haber leído, aproximadamente, tan solo en torno al diez por ciento, más o menos, aunque no lo sé porque no los he contado. No lamento haberlos comprado y sí no haberlos leído.
MIS PRÓXIMAS LECTURAS, POSIBLEMENTE (también desordenadas e impulsivas). Yeruldelgger, muertos en la estepa, de Ian Manook (que abandonaré dentro de un día o dos). Estoy bastante harto de la novela negra pero me he acercado a esta porque se desarrolla en Mongolia, con protagonistas mongoles, gentes de las que no sé nada de nada, salvo que viven en estepas azotadas por el viento. He empezado, pero parece que es lo de siempre: muertos inexplicables e investigadores listos con mucha personalidad. Eso ya me lo sé: siempre ganan los buenos. El corazón es un cazador solitario, de Carson McCullers, que acabo de empezar con ganas y que tanto promete. El tedio, de Alberto Moravia, todavía no sé cuándo lo empezaré, pero será pronto, sobre todo por la sugestión del título. «Todos estamos destinados a ser tediosos». Paul Valery…
MIS ÚLTIMOS LIBROS ADQUIRIDOS (pendientes de comenzar la lectura). Imágenes en fuga de esplendor y tristeza, de Luis Antonio de Villena. El ojo castaño de nuestro amor, de Mircea Cartarescu. Los hijos terribles de la edad moderna, de Peter Sloterdijk. Enemigos de lo real, de Vicente Molina Foix. Cuentos completos, de Marcel Schowb. La conspiración contra la especie humana, de Thomas Ligoti. Señales de humo, de Rafael Reig. De la finitud, de Gunter Grass. Horas en una biblioteca, de Virginia Woolf. De todos ellos hablaré cuando por fin los lea…
MIS ÚLTIMAS LECTURAS EMPEZADAS Y APLAZADAS (que espero retomar muy pronto). Cuentos completos, Jorge Luis Borges: cómo no ser sensible y gozar con Borges, cuando es capaz de describir con tres palabras de forma prodigiosa los cánticos de los esclavos del Mississippi «Cantaban hondos y en montón…». El testamento de María, de Colm Tóibín. Conversaciones con Marcel Duchamp, de Pierre Cabanne. Las tareas de casa y otros ensayos, de Natalia Ginzburg: fresca, fluida, diversa y sumamente entretenida. Siempre interesante. «Soldati dijo: «los amigos no se eligen»… Creo que, por lo que se refiere a los amigos de la infancia y de la juventud, no se eligen sino que aparecen a los pies de nuestra suerte. Los amigos de la edad adulta de alguna manera se eligen. Es verdad, no obstante, que en nuestras elecciones juegan siempre tres elementos esenciales: en parte elegimos nosotros mismos, en parte somos elegidos y en parte el azar elige por nosotros». El compromiso del creador, de Félix Ovejero Lucas: que incluye bellas y pertinentes citas que a su vez me traen libros a la biblioteca (como el que incluía ayer de Moravia). «Me sentía antifamilia, antisocial, en una palabra, artista. La actividad artística no puede ser sino contraria a la moral, a la razón, a la familia». Alberto Moravia. ¿Qué fue de la modernidad?, de Gabriel Josipovici: lo abrí, leí apenas sesenta páginas e, inexplicablemente, lo cerré; no obstante, me dio tiempo a entresacar algunas citas de Beckett, o de Kafka, por ejemplo: «… La literatura me ayuda a vivir, aunque ¿acaso no sería más cierto decir que me ayuda a sobrellevar la vida que me ha tocado en suerte? Lo que no significa, claro está, que sea mucho mejor cuando no escribo. Al contrario: es mucho peor, casi insoportable, y esta locura es el único remedio que conozco». Franz Kafka. Volveré sobre esta obra lo antes posible, claro…
MIS ÚLTIMAS LECTURAS ABANDONADAS (definitivamente, me temo). El Sistema, de Ricardo Menéndez Salmón: me distraía con frecuencia en la lectura, sentía que el tedio me aplastaba como una losa, a pesar de que Salmón me interesa bastante. El último de la estipe, de FleurJaeggy: demasiado «interesante» para mí, o quizá inteligente. Mis capacidades no alcanzan a la Jaeggy, o quizá no lo he intentado lo suficiente. Imposturas, de John Banville: adoro a este autor. Hace poco leí su última novela con placer (siempre me gusta) pero el pretender abarcar mucho me supone un problema: me voy golosamente por otros derroteros y luego no consigo volver de buena gana. El matón que soñaba con un lugar en el paraíso, de Jonas Johansson: más novela negra, en clave de humor, que solo conseguía que sonriera y eso no era suficiente. Una casa y su dueño, de Ivy Compton–Burnett: excelentes diálogos entre muchos personajes, demasiados para mí; a pesar de que me vino recomendada por Ginzburg, me cansé. La tierra que pisamos, de Jesús Carrasco: me gustó mucho Intemperie, pero esta no (la abandoné hacia la mitad). La soledad de los perdidos, de Luis Mateo Díez: empecé con ganas pero me pasó un poco como con Fleur Jaeggy, e irremediablemente acabé instalado en otras páginas. El cerebro musical, de César Aira: más de lo mismo. Encima, no hace mucho, me pareció leer en prensa que había dicho algo así como que -leyendo novelas no se aprende nada- aunque no estoy seguro, pero si así fuera, no podría estar en más desacuerdo con el Aira novelista…
