Sentíamos un gran interés e impaciencia por llegar a uno de los enclaves monumentales más bellos e impresionantes del mundo...

Perros vimos muchísimos, por todos lados, pero solo dos o tres acompañados de sus dueños. Alguien nos dijo que no es que no tuvieran dueño, sino que por la mañana les abrían la puerta y volvían por la noche a dormir en la casa.

Cuando la piedra se hace transparente o, más bien, cuando la transparencia se hace piedra, todos los sueños de la tierra nos abren sus páginas…” Edmond Jabes

Todo resultaba nuevo, diferente a otros viajes. Nos sentíamos cómodos y vivamente interesados por todo lo que veíamos y muy bien acoplados al ritmo con el que transcurría el viaje...

MISCÉLANEA: Aguas calientes; un eucalipto gigante en la Isla del Sol; el inextricable e inaudito aglomerado de cables, en La Paz; una premonición pandémica y la habitación de un hotel de Potosí, la ciudad minera. “Los indios de las Américas sumaban no menos de 70 millones, y quizá más, cuando los conquistadores extranjeros aparecieron en el horizonte; un siglo y medio después se habían reducido, en total, a solo 3 millones y medio”. Eduardo Galeano

MISCÉLANEA: Una pequela llama viva, la llama más pequeña todavía, pero muerta; un perro que descansaba sin estar cansado, en la Isla del Sol; la Laguna Colorada, en dos versiones; y el rio Urubamba, debajo mismo de Macchu Pichu. A la salida de la tienda dos niñas, de entre cinco y ocho años, vestidas al modo típico de la zona, pastoreaban a dos pequeñas alpacas y me invitaron a que las fotografiara. No sé si a ellas o a las llamas, o a las cuatro. Opté por esta llama tan simpática.ñas alpacas y me invitaron a que las fotografiara. No sé si a ellas o a las llamas, o a las cuatro. Opté por esta llama tan simpática.

"Los cascos guardatojos irradiaban un revoloteo de círculos de luz que salpicaban la gruta negra y dejaban ver, a su paso, cortinas de blanco polvo denso: el implacable polvo de sílice. El mortal aliento de la tierra va envolviendo poco a poco. Al año se sienten los primeros síntomas, y en 10 años se ingresa al cementerio. (…) La mina también brinda muertes rápidas y sonoras: alcanza con equivocarse al contar las detonaciones, o con que la mecha demore más de lo debido en arder. Alcanza también con que una roca floja, un tojo, se desprenda sobre el cráneo”. Eduardo Galeano (Las venas abiertas de América Latina)

“De tan juntos que estaban sus gigantescos sillares, no cabía ni la punta de un cuchillo entre ellos...”. José Ángel Mañas

“…sepulturas coloristas o descalabradas, cerradas con ventanas de marco de aluminio y vidrio no siempre roto de una pedrada, luciendo jarroncitos, flores de plástico, dijes, cositas e imágenes de yeso martirizadas por la intemperie…” Miguel Sánchez-Ostiz

"En todas partes, no solo en las calles paceñas donde no hay día que no te quedes prendido de una escena de color intenso”. Miguel Sánchez-Ostiz