Juegos recreativos para todos los publicos…
En el patio del famoso Mann’s Chinese Theatre, todos mirábamos al suelo, todos, menos un tipo negro, alto y descomunalmente fuerte, con una especie de transmisor, que me miraba a mi. Yo procuraba esconderme entre la gente y disimular (el individuo impresionaba), pero que va, cada vez que levantaba la vista temeroso, le tenía enfrente, mirándome fijamente. Hasta que se decidió, se puso delante, señaló mi vieja cámara grande y dijo que no podía utilizarla. Miré hacia arriba interrogante y un poco asustado, (era mucho más alto que yo), ya con la tapa del objetivo en la mano para demostrarle, que no, que ni se me volvería a ocurrir utilizarla. Naty salió en mi defensa y le preguntó que por qué? a lo que el tipo dijo que -no se podía filmar– Respiramos aliviados e intentamos demostrarle con ansiedad que no, que se trataba de una cámara fotográfica, un poco grande, eso sí, pero fotográfica; yo hasta le enseñé un rollo de película. Nos miro titubeante, esbozó una sonrisa de suficiencia y dijo que bueno, que siguiéramos. Se dio la vuelta y se marchó olímpicamente. A mi se me quitaron las ganas.
Philip Marlowe: deseaba Vd. Verme?
Vivian Sternwood: conque es Usted un detective privado, creí que sólo existían en los libros y que eran unos hombres pringosos que husmeaban por los pasillos de los hoteles….Caramba no va muy arreglado
P. M.: Ni tampoco soy muy alto; la próxima vez vendré con tacones, corbata blanca, y una raqueta de tenis
V. S.: Dudo que eso le sirviera de algo…
Crónica de los Lunes II. En el fin de semana ha hecho acto de presencia la indecisión, en varios momentos. Es una maldita reacción que te condena a la inhibición y de ahí a la decepción y a la pérdida. De la indecisión no se obtiene nada, nunca, sólo insatisfacción. Quizá pueda salvarte de algún problema, pero será por casualidad y casi nunca llega a saberse. El origen de todo es el miedo, que no la prudencia, que a veces puede ser rentable. En la prudencia se manejan distintas opciones y se elige la alternativa más beneficiosa, al menos aparentemente. Pero, no se puede ser prudente siempre, a no ser que lo anodino sea una razón de ser. La crónica imaginaria:
«-Ella habla y habla sin parar y nosotros intentando meter baza y provocando sus contradicciones-. -Todo es terriblemente previsible-. -Alguien nos cuenta, a grandes rasgos, un viaje Tailandia, pero a mi me importa poco ese lejano lugar. Soy de la misma opinión de alguien que dijo (no estoy muy seguro de quién fue) que «cuanto más lejos se sale, menos se aprende»-. -Él no tiene arreglo, sigue en lo mismo, indeciso y medroso siempre. Una cosa es cierta, casi somos iguales-.» Fin.
DIGRESIÓN UNA (1): La felicidad y el suicidio. Luis Antonio de Villena, (2013). Ebook. Mi manera de elegir los libros que leo es un tanto veleidosa, azarosa y, desde luego, antojadiza. No me va mal el desorden y, desde luego, no me hace sufrir. Pero estos modos tan frívolos e inconstantes me provocan una cierta insatisfacción porque no profundizo en nada, pero eso a estas alturas carece de importancia. El caso es que así llegué hace apenas un mes al libro de hoy. A mí siempre me ha gustado mucho el carácter de artista de Luis Antonio de Villena, aunque apenas lo he leído (como a casi nadie). Tampoco importa mucho eso, lo que sí importan muchísimo son los libros, aunque no pueda decir que no sería nadie sin ellos porque no lo soy; lo que sí alcanzo a decir es que sin ellos ni siquiera existiría. Borges imaginaba que el paraíso bien podría ser una biblioteca. Y yo también. Cada día, casi, me asalta el deseo de leer alguna obra o autor porque las tentaciones me asedian por doquier: una entrevista en radio, una cita encontrada en cualquier libro, una crítica, una referencia que se me aparece en cualquier medio y, sobre todo, los temas tangenciales sugeridos desde otros libros. En fin, tentaciones y tentaciones. Por si fuera poco, ahora, con el feliz advenimiento de los Ebook, solo tengo que entrar en el proveedor de turno, picar la carátula de cualquier título que se me haya aparecido, comprar, y lo tengo en el Ipad en el acto. Demasiado fácil para mí precario control de costes y mi veleidosa e irresistible necesidad de posesión de libros y libros, aunque la mayoría no los lea, naturalmente. El caso es que llegué a esta obra, tanto por el autor, como por el sugestivo título. Este sí lo he leído felizmente con mucho gusto y placer. De Villena cuenta muchas cosas, muchas impresiones personales y muchas citas que vertebran, dinamizan y expanden el contenido. Hay dos partes más o menos diferenciadas, como sugiere el título: la felicidad y sus fundamentos y el fracaso vital que se podría concretar en el suicidio; aunque, obviamente, ese teatral final también pueda suponer una elección triunfante. He recogido interesantes citas en esta obra, tanto del autor como de otros que inadvertidamente han ayudado lo suyo, todas ellas muy bien traídas al contenido. Seguiré mañana con este asunto del vitalismo, feliz o no, que a fin de cuentas es el gran tema de este ensayo…
Crónica de los Lunes IV: ha amanecido lloviendo; otros amanecen nevando. Hoy me parece bien que sea lunes. Tengo ganas de pasar la semana trabajando y espero que intensa y extensamente. La crónica: –las gentes o las personas tienen la fea y la perniciosa y la detestable manía de que si no les haces ni puñetero caso; ellos a ti tampoco-; -a mi me gustaría que fuera de otra forma: no hacerles ni caso; y que ellos insistieran para así poder maltratarles; pero nada, no hay forma, no se dejan-; -sin proponérnoslo, ni mucho menos, hablamos con unos extranjeros: catalanes; y claro apenas si entendimos lo que decían-; -de pronto, la mujer catalana, se quedaba callada con expresión perpleja; la causa: no sabía como se decía en español lo que estaba pensando. Eso dijo, al menos-; -tampoco importaba mucho porque supongo que no era especialmente interesante (lo que pretendía decir)-; -es un serio problema el tiempo que se pierde con las palabras sin sustancia-
EL LIBRO DE LA RISA.
Perspicaz. Adivinad la motivación inmediata que tuvo el fotógrafo (pista: varón y heterosexual). Luego, al ver la fotografía terminada descubrió que había otras cosas que le interesaban; pero fue después.
Crónica de los Lunes I. Si algún día me decidiera a escribir un libro sería sobre los lunes. No sé si conseguiría encontrar algo de sustancia a tan penosos días. Lo intentaría a partir de apuntes e impresiones o más bien imaginaciones de fin de semana, que no sé si son verdad o mentira; si las he vivido, leído en un obra dadá, visto en una película surrealista o soñado. Por ejemplo: «-las relaciones internacionales pueden animar un poco la escena-; o, -no siempre es necesario esperar al final para saber lo que va a pasar-. -Al parecer, le dieron un golpe en la nariz, pero no se le notaba nada-. -Inesperadamente, A., se dirigió a un tipo que parecía un marine americano y le dijo que no podía pegarle, porque tenía gafas (A., claro). El marine estuvo de acuerdo porque además de alto y soso era un hombre sensato. Yo me reí bastante con la ocurrencia; aunque me preocupó un poco no llevar gafas-. -La bailarina, hablaba demasiado, y según dijeron mis amigos de lengua venenosa, parecía un jarrón. Yo estuve de acuerdo, aunque no le di importancia-. -Los alemanes no habían visto un mapa de la península ibérica en toda su vida. Tampoco eso era importante-. -La osteopatía puede malograr algún plan B. Esto último tiene más importancia de lo que puede parecer a simple vista-«. Podría seguir acordándome de cosas parecidas durante mucho espacio, porque hoy es lunes y son días propicios para estas visiones. Sin embargo, como los fines de semana no suelo fotografiar, no dispongo de imágenes convenientes. Hoy pienso (aunque quizá se me pase pronto) que voy a seguir intentando estas crónicas (en cursiva), que ilustraré con fotografías tan imposibles como los propios lunes.