"El viaje: un partir de mí, un infinito de distancias y un arribar a mí". Antonio Porchia
…Lo propio, por lo que uno se pueda sentir concernido, se puede buscar o no; encontrar o no; fotografiar o no. Yo siempre busco, a veces encuentro y siempre que siento «algo» fotografío. Unas veces me sale bien y otras no. Incluso cuando creo que sí, luego, frente a los resultados, decepcionado, compruebo que no. Y viceversa. Es el poderoso influjo de la magia y de la fatalidad. Toda esa disposición existencial ante el hecho de viajar (incluso de vivir) se me revela gracias al deseo fotográfico (y alguno que otro más). Probablemente, sin «máquina grande» no sentiría ganas de viajar y casi ni siquiera de mirar…«-El hombre caja-, donde el personaje decide vivir dentro de una caja en la que mira el mundo sólo a partir de una pequeña hendidura practicada para ver». Ednodio Quintero
DIGRESIÓN CUARTRO. L’avenir (El porvenir) Francia (2016).Guión y dirección Mia Hansen- Løve. Intérpretes: Isabelle Huppert, Edith Scob, Roman Kolinka, André Marcon, Sarah Le Picard, Elise Lhomeau. Esta película es la Huppert y muy poco más. Su naturalidad vital lo llena todo. En este caso, como en todas sus películas, sería imposible concebir el personaje encarnado por otra intérprete. El personaje es ella y ella es el personaje. Lo que sucede en la historia no es nada extraordinario, salvo que es una sucesión de hechos y circunstancias vitales y existenciales vividos con inteligencia y naturalidad lúcida por parte de Nathalie, y eso es extraordinario. Relato donde los protagonistas se comportan de una manera muy francesa (tópico) o, dicho de otro modo, con un estilo que es un destilado de siglos de cultura y buenas maneras. Sí, dicho así parece insulso, pero nada de eso, ese estilo está lleno de tensión porque suena a muy libre y la libertad es vertiginosa (admiro a Francia, a pesar de Cioran, que la consideraba decadente, pero nunca se alejó de París). Mia Hansen- Løve ofrece un guión y una narración cinematográfica pulcra, perfecta, equilibrada, con una apariencia de engañosa frialdad, pero, sin embargo, exquisita.
CASI TODOS LOS LIBROS (últimos)…Acabo de comprar anticipadamente (saldrá el veinticinco de mayo) Rendición, de Ray Loriga, al que no he leído nunca, y ya va siendo hora. Con esta novela ha ganado el premio Alfaguara, pero, obviamente, no es por eso por lo que la he comprado, sino porque es un autor al que llevo pensando en leer desde hace mucho tiempo y la sinopsis de la trama no puede ser más sugestiva. Dice Ray Loriga en la entrevista con motivo de la concesión del premio: «Trata sobre quiénes somos cuando nos cambian las circunstancias, cuando nos quitan las flores del jardín, cuando los muebles se han ido, cuando las situaciones han cambiado; quiénes somos de verdad, esa es la pregunta que me hago en el libro» o «Nuestro optimismo no está justificado, no hay señales que nos animen a pensar que algo puede mejorar. Crece solo, nuestro optimismo, como la mala hierba, después de un beso, de una charla, de un buen vino, aunque de eso ya casi no nos queda (…)». Con esas premisas no hay mejor opción que leer a Loriga, por supuesto…
…Me gustaría tener sentido del humor, pero no, no lo tengo. Hay cosas que me llaman la atención de forma espontánea y que, cuando me impulsa el deseo de fotografiar, me parecen originales y me llenan de contento súbito porque creo que funcionaran estupendamente. Fotografío y enseguida las olvido. Luego, una vez vistas sobre el positivo (escaneo), se me hiela la sonrisa y todo se tiñe del gris opresivo de lo prescindible. Ayer, un domingo cualquiera, caluroso y olvidable, en el que hizo treinta y ocho años que mi padre murió, sentí que me daría igual ser enterrado yo al día siguiente (mi padre también murió en domingo). Todo está hecho ya. Ahora solo hago fotos grises absolutamente prescindibles. No sé qué voy a hacer los próximos diez años, aparte de librar batallas que perderé. Hoy es lunes, muy temprano, y en un rato saldré a pasear con Charlie pero no me apetece (a él sí, mucho, pero no consigue contagiarme su entusiasmo). De todos modos, me espanta imaginar el lunes en el que a él tampoco le apetezca salir a pasear. Entonces no saldremos ninguno. Pero hoy todavía sí, dentro de un rato nos iremos. Luego volveremos y me tenderé en mi cheslong a escribir indecencias como las que estoy escribiendo. Es curioso que mi asiento de escribir sea psicoanalítico. No podría hacerlo en ningún otro, por ser apropiado para la confesión…