Parejas I
DIARIO ANALÓGICO
LOS OTROS 5.1 (en pareja)
Jueves, once de Mayo de 2023
Manuel: lo conocí en mil novecientos ochenta y uno, inesperada y extraordinariamente, ya que no formaba parte de mi entorno próximo, ni de media distancia y tampoco lejana.
Ingeniero y profesor (Escuela de arquitectura de Madrid); escultor contemporáneo con obra de profundo aliento, pintor y acuarelista; viejo boxeador (lo fue en su juventud, pero su alma no se olvidó nunca de esa pasión: vivía como un boxeador infatigable, fajando y golpeando, creando y sudando la vida hasta el último asalto en todo aquello en lo que se empeñaba (su último perro se llama Tyson); director y actor teatral, navegante, padre (seis hijos). También fabricaba maravillosas máscaras en cuero repujado. Me gustaba mucho verle modelar sus esculturas en su estudio.
Amigo de sus amigos. Cultivaba el trato con aquellas personas con las que sintonizaba hasta tejer una tupida red de complicidades y una sentida y profunda amistad. Radicalmente intransigente con quien no era santo de su devoción. Amante de las mujeres. Generoso y atento oyente de quien tuviera algo que decir que mereciera la pena escuchar. Siempre respetuoso y dispuesto para la admiración de quien se hubiera trabajado a sí mismo, como él. Siempre emprendedor y dispuesto para cualquier proyecto cultural o vivencial, bien con su participación directa o con la de un grupo que era capaz de montar sobre la marcha, en una fiesta popular, en una obra de teatro, en un viaje a conocer cualquier punto de interés. Siempre inquieto y proactivo, disponible y ávido para la vida.
Un gran hombre del que me enorgullezco haber sido amigo. Lo fuimos durante años. En los primeros cinco años de la década de los ochenta, compartimos algún viaje (pocos); y, sobre todo, muchísimas tardes de domingo frente al fuego, charlando de lo divino y humano y merendando patatas y chorizos asados en el fuego, con otros amigos que íbamos en peregrinación a su casa desde Toledo. Con Tete, su mujer, y sus cuatro últimos hijos vivían en Ciruelos (pequeño pueblo de la provincia de Toledo). Entrañables, interesantes e inolvidables tardes. Familia muy querida por nosotros: Carmen, mi primera mujer y por mí. Gabriel, de la misma edad que sus últimos hijos se llevaba estupendamente con ellos.
A mediados de los ochenta, coincidiendo con la disolución de mi pareja, dejamos de frecuentarnos y hasta saber los unos de los otros. Una gran pérdida, que siempre lamenté antes y ahora.
En este preciso instante, con Manuel frisando los noventa años, no sé si estará bien o mal; si está vivo o muerto…
La Fotografía: Manuel, con su vida escrita en el rostro. Rica e intensa de huellas y experiencias. Una suerte poder haberlo fotografiado treinta años después de que dejáramos de frecuentarnos. Es uno de los retratos más queridos para mí.
DIARIO ANALÓGICO
LOS OTROS 5.2 (en pareja)
Jueves, once de Mayo de 2023
… Donatella: la mujer de Manuel, mi gran amigo, del que hablé ayer. En la primera fase de nuestra amistad, la recuerdo como una mujer cercana, cariñosa, sonriente, siempre atenta, excelente cocinera de tantas comidas o cenas que compartimos. Uno de su más genuino rasgo de carácter era su capacidad para mantener una continuada y atenta escucha, que siempre recordaba y que te devolvía en cualquier momento tamizada por su fina intuición e inteligencia. Una grandísima mujer y amiga.
Ella hizo posible de que volviéramos a reencontrarnos treinta años después, nada menos. En los años anteriores al reencuentro me acordaba con frecuencia de ellos, de ambos, pero no me atreví a dar el paso de visitarlos, lo que no dice nada bueno de mi carácter y coherencia. Una vez más, a través de pequeños o grandes gestos y actitudes voy dejando las huellas y las pruebas de mi paso por la vida y en este caso, las que me condenan por cobardía y falta de compromiso. Tan solo yo me reservo el derecho y el deshonor de ir aportándolas a la causa viva que mantengo contra mí mismo, y del que ya tengo dictada sentencia, pero que por el momento no necesito publicar.
Vuelvo a mi amiga Tete, en dos mil catorce, me llamó para darme noticias de sus vidas e informarme de que utilizarían un texto mío para la web de difusión de la obra de Manolo (esculturas y pintura: oleos y acuarelas) y que era el de una presentación de su obra que yo había hecho para una exposición de esculturas de Manolo hacia muchísimos años.
Enseguida buscamos un momento para reencontrarnos. Los visité una mañana que pasamos poniéndonos al día de tantos años de ausencia mutua. Concertamos una visita para comer el siguiente fin de semana. Asistimos Naty y yo y comimos con los dos, sus hijos ya no estaban, claro. Seguimos visitándolos algunos sábados en los años posteriores y ellos vinieron a nuestra casa en una ocasión. Todo iba bien entre nosotros en esas visitas, en las que, de algún modo, manteníamos el clima y contenido de hacía treinta años, esta vez con Naty. Conectaron cariñosamente. Manuel hizo un espléndido retrato en acuarela de Naty, que tiene colgado con honor en su casa de ahora. Pero, unos años después (2018), todo acabó una vez más y esta vez yo no he sabido porqué.
La Fotografía: Tete, a ella le tocó la tarea del reencuentro, y ella asumió el de la ruptura sin palabras. Siempre era ella la que se comunicaba conmigo para concertar encuentros; hasta que un día dejó de coger o ponerse al teléfono e implícitamente a no querer hablar conmigo. No tuve el valor de preguntar la razón, ya que ni siquiera tenía la más remota idea de la naturaleza de la ofensa que pudiera haberles infligido. No sé si en estos casos soy respetuoso con la decisión que alguien puede tomar de alejarme ostensiblemente de su vida, o es tan solo cobardía. No, no lo sé, pero es lo que hago siempre y así he perdido a bastantes amigos en los últimos años. Me pregunto si es así como los humanos zanjamos relaciones de eterna amistad. No me contesto, sencillamente, porque no lo sé.
NADA QUE ESCRIBIR XVII…»Los retratos no son documentos sociológicos, sino trozos de alma, frágiles y sin embargo poderosos, por haber tenido la fuerza de permanecer vivos, aunque ocultos…Su extrañeza y su opacidad inalcanzable…». Balthus
Gabriel.- Hace mucho tiempo que no traigo al diario a mi hijo y eso no tiene sentido ya que estoy permanentemente pendiente de él. Cómo no, si le quiero y además soy corresponsable de que ande por aquí, por el mundo, trabajando sin tregua para sacar adelante su vida y la de los suyos. Gabriel es un hombre de capacidades inauditas, excepcionales. La olímpica resistencia en su trabajo, su espíritu sonriente e inasequible al desfallecimiento, su disposición siempre positiva y capaz, su atención y entrega a los suyos (su mujer e hijas); es la encarnación de un hombre singular, aunque él diría, esbozando una sonrisa: -tampoco es para tanto, es completamente normal, las cosas son así-. Observo sus progresos profesionales y su buen hacer en todos los ámbitos de su vida asombrado y feliz. Llegó al centro del imperio (Chicago) justo ahora hace diez años; sin nada, claro. Se colocó en la línea de salida, apretó dientes y puños, esbozó una sonrisa confiada y se puso a correr y ahora está junto a los que marchan en el pelotón de cabeza de su carrera, que son muchos. Todas las noticias que me llegan de él son buenas, excelentes y me pregunto: ¿genéticamente, de dónde le viene a este hombre tanta aptitud y sobre todo presencia de ánimo y pujanza? Su padre ha sido un hombre flojito en todo, un auténtico e indesmayable incompetente y, su madre, aunque más consistente que yo, tampoco ha ocupado un lugar excepcional en el mundo. Quizá, me digo, es que su madre (desde luego) y yo (en algún momento de mi responsable paternidad) hice las cosas bien (Naty me ayudó en eso, como en todo lo de mi vida) casi sin darme cuenta. Aunque no hay que buscar explicaciones por ese lado, porque su suerte es mérito enteramente suyo.
